Víctor de Aldama, empresario corrupto y presunto conseguidor del caso Koldo, ha irrumpido en la sala donde Leire Díez, señalada como la supuesta fontanera del PSOE contra la UCO patriótica, daba unas sorprendentes explicaciones después de pedir este martes su baja voluntaria en Ferraz. Una vez montado el numerito hostigador, el excarcelado provisional ha trasladado su deseo de que caiga el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, y alcance La Moncloa el líder de la oposición y del Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo.

“¿Cree que esto será el final del Gobierno de Sánchez?”, le ha preguntado un empleado del medio ultraderechista ElDebate. “Pues esperemos por el bien de España y de todos los españoles que así sea”, le ha respondido rápidamente el conseguidor. “A ver si ya de una vez la oposición y el señor Feijóo hacen lo que tienen que hacer y nos sacan a este Gobierno y de este caos en el que estamos”, ha confesado la papeleta que echaría en la urna (salvo que en ese momento hubiese vuelto a la cárcel, desde donde tendría que votar por correo).

El empresario ha dejado así claro cuál es el objetivo final que persigue con todo el paripé montado este miércoles y desde que fue puesto en libertad provisional. Algo que ya había quedado claro minutos antes, cuando ha vuelto a amenazar con detonar una bomba que llega a estallar, después de perseguir de forma agresiva a la compareciente. “No sabe lo que ha hecho con venir aquí, se va a enterar esta (Leire Díez), Santos Cerdán y el presidente del Gobierno", ha gritado por los pasillos del hotel.

"Víctor de Aldama, imputado en el caso Delorme y en el caso Hidrocarburos, entra en campaña para apoyar la candidatura de Feijóo en el próximo congreso del Partido Popular", han reaccionado los socialistas a las declaraciones del empresario corrupto. "El aval que le faltaba", ha zanjado el PSOE.

Un esperpento televisado

La escena surrealista vivida este miércoles en el Hotel Novotel de Madrid ha empezado a rodarse incluso antes de que comenzase la comparecencia. Díez ha decido hacer aparición media hora antes de la convocatoria trasladado a los medios y, ante la expectación de los periodistas, ha aguardado hasta las 10:00 horas para comenzar a hablar. Antes ha disfrutado de un photocall privado, que sería la antesala del anuncio que llegaría después.

Y es que Díez ha ido a hablar de su libro. “Ahora ya no necesito presentarme, pero quiero decir que soy periodista y que llevo años trabajando en la creación de un libro que versa precisamente sobre las cloacas del Estado”, ha revelado. “Con el objetivo de contar situaciones importantes, llevo años trabajando para cumplir con la información veraz”, ha continuado, deslizando que su aparición en las conversaciones responde a unas indagaciones encubiertas que estaba realizando como parte de su “trabajo de investigación".

“Se me ha conocido por un ruido y una grabación ilegal en un despacho. Las grabaciones fabricadas y calculadas deben ser abordadas por nuestro Estado de Derecho”, ha reclamado posteriormente, asegurando que “en ningún momento” ha actuado “en nombre de nada ni de nadie”. “Quiero concluir con una cosa: ni fontanera ni cobarde”, ha zanjado. Pero la cosa estaba muy lejos de acabar ahí, pues nada más terminar ha aparecido el invitado sorpresa.

Fontanera. Sinvergüenza”, ha irrumpido a gritos. Díez ha intentado eludir la situación y ha huido por el hotel, pero Aldama no tenía pensado frenarse ahí. Después de recibir un empujón de Javier Pérez Dolset, otro de los que aparece en la reunión de los audios filtrados, ha comenzado su persecución. “He venido para desmontar a la sinvergüenza ésta. ¿Ustedes no creen que todo es un paripé? Una señora que dice estar haciendo un trabajo de investigación y amenaza a un teniente coronel de la Guardia Civil y a un civil como a mí”, ha espetado.

El conseguidor también ha pedido la presencia de la Policía para que detuviesen a Díez. “Os ha mentido, es todo una pantomima […] Se está riendo de todos los españoles”, ha añadido. Posteriormente, se ha metido dentro de un ascensor, ha vuelto a dar declaraciones en el vestíbulo del hotel y un corrillo de periodistas le ha seguido por la calle, hasta que el empresario corrupto ha decidido meterse en un taxi.

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