El pasado domingo, un ‘río de petróleo’ bañó el Louvre, en una suerte de performance que un grupo de activistas en contra del uso de energías fósiles  instaló en el célebre museo nacional de Francia, consagrado al arte anterior al Impresionismo. Se trataba de trozos de tela negra que arrojó, lentamente y en silencio, además de ante la mirada de varios turistas, una treintena de personas, ante la escultura de Victoria de Samotracia. También arrojaron  panfletos en los que se podía leer “Total apoya al Louvre/El Louvre apoya a Total - #zerofossile”. Con la acción, que duró tres minutos –hasta que los vigilantes retiraron las telas- se quiso denunciar el acuerdo de mecenazgo entre la petrolera Total y este centro artístico.

Apoyo cultural vs. agravio al planeta

La polémica venía de lejos. Un grupo de asociaciones bajo el liderazgo de la ONG  estadounidense 350.org, lanzó en enero una campaña para pedirle al Louvre que pusiera fin a su relación con la Fundación Total, en sintonía con la lucha contra el cambio climático, que, para la organización y numerosos expertos, se ve agravado por el uso de energías fósiles. El presidente del museo, Jean-Luc Martinez, respondió a la ONG que las acciones llevadas a cabo por la Fundación Total (apoyo a las exposiciones, renovaciones, educación cultural, acción social) significan un “apoyo financiero decisivo”.