Cada dispositivo acabará siendo una terminal comercial. O así lo ha afirmado el presidente global de Operaciones y Tecnología de Mastercard, Ed McLaughlin, en una entrevista con la Agencia Efe. Percibe, ya en marcha, una “profunda transformación” en el sector financiero, de la mano de la innovación tecnológica, que, tras la masificación del uso de tarjetas de plástico con franja magnética, ha incorporado chips que han permitido que la información se transmita por teléfonos inteligentes o por los llamados accesorios “wearables”, como el anillo de la marca Kerv que lleva McLaughlin, con el que se pueden efectuar pagos electrónicos.

En la próxima década, prevé el ejecutivo, habrá unos 50.000 millones de dispositivos inteligentes, y serán seguros porque la tecnología ofrece ya herramientas para prevenir el fraude en móviles e internet, como la que desarrolla la firma NuData Security, que opera a través de indicadores biométricos y ha sido adquirida por Mastercard. “Estudian cómo usas tu móvil, cómo lo sostienes y con base en eso obtienen un patrón de uso que les hace ver si algo no coincide y si el dispositivo ha sido robado”, señala McLaughlin.

En definitiva, explica, la Inteligencia Artificial ha sido decisiva en el desarrollo de procesos de seguridad automatizados, en los que se trabaja con millones de perfiles y hasta unos 200 atributos de usuarios para identificar intentos de fraude o suplantación de identidad, y en cuestión de “milisegundos”. No obstante, reconoce que esa automatización genera “tensión”, y apuesta por promover políticas de regulación, pero defiende que “la mejor manera de no temerle a la Inteligencia Artificial es trabajar con ella”.

Con todo, para McLaughlin, estamos abandonando el “mundo físico”, si bien en Iberoamérica, de acuerdo con las cifras que maneja Mastercard, en el 85 % de las transacciones todavía se usa el billete como soporte, lo que ofrece una gran oportunidad para la transición hacia los pagos electrónicos. Pero “en algún momento el ‘cash’ (efectivo) empezará a colapsar” al igual que las tarjetas de plástico, que son “muy útiles y trabajan increíblemente bien”, pero desaparecerán “cuando el último en usarla lo quiera”, opina. Así, mientras en 2016 unos 126 millones de personas en Latinoamérica y el Caribe utilizaron el comercio electrónico, se espera que para 2019 esa cifra llegue a 156 millones, mientras que a nivel general crecen de manera exponencial en una proporción de 2,5 por encima del pago con billetes.