Un equipo de científicos del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) ha desarrollado un dispositivo capaz de capturar la contaminación del aire para convertirla en tinta de alta calidad. Frente a la quema de combustibles fósiles que implica la fabricación de tinta convencional, este producto, llamado AIR-INK, emplea partículas procedentes de la polución del aire, por ejemplo hollín de carbono no quemado procedente de tubos de escape de los coches, las chimeneas o los generadores, entre otras fuentes. Se atrapan gracias a un dispositivo llamado KAALINK, que se ubica en los tubos de escape. Con solo 45 minutos de funcionamiento, el dispositivo reúne el material necesario para producir 29,5 ml de tinta, bastante para llenar una pequeña pluma. El hollín se somete a diferentes procesos para eliminar los metales pesados y las sustancias cancerígenas. El resultado es carbono purificado rico en pigmento, que después se emplea para fabricar diferentes tipos de tinta.