El agua es el recurso más preciado del que disponemos en la Tierra. Tenemos su uso tan normalizado que somos felizmente inconscientes de la cantidad de litros que hacen falta a diario en nuestra vida rutinaria: una ducha, fregar los platos, poner la calefacción, beber... y comer.

LA FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación) calcula que el 70% del agua que se gasta a nivel mundial es destinada a la alimentación. En otras palabras, la huella hídrica de la comida es inmensa. Por otro lado, también asegura que hacia el año 2030 uno de cada cinco países tendrá problemas relacionados con la escasez de agua. En otras palabras, producir comida será cada vez más difícil.

¿Cuánta agua consume cada alimento?

Afortunadamente, no todos los alimentos consumen cantidades de agua similares. El camino hacia la sostenibilidad también pasa por empezar a ser conscientes de qué comemos y empezar a potenciar en nuestras dietas aquellos alimentos cuya huella hídrica sea inferior.

Para tener un referente con el que comparar vamos a coger una bañera o pileta media, que tiene una capacidad de 200 litros de agua. Por cada kilo de carne de ternera hace faltas llenar 75 bañeras, lo que equivale a 15000 litros. La carne de pollo es la que menos agua consume, cerca de 22 bañeras o 4300 litros, ni más ni menos. La carne es, con diferencia, el alimento que más agua consume.

Las verduras y las legumbres, por lo menos, salen mejor paradas. Para una lechuga solo hacen falta 13 litros, al igual que para un tomate. Con 25 litros generas medio kilo de lentejas. No obstante, hace falta 1700 litros de agua, casi 9 bañeras, para producir la misma cantidad de arroz.

De las bebidas, la mayor huella hídrica se la lleva la leche, con 1000 litros de agua, cinco bañeras, por cada litro de leche. Para los amantes del café tenemos muy malas noticias, pues el impacto es de 840 litros por jarra. Del vino y la cerveza mejor ni hablar, pero todo indica que habrá que readptarse a bebidas más sostenibles (y esperemos que igualmente deliciosas).

 

El agua se trata de un recurso del que no podemos prescindir y que es prácticamente imposible de sustituir. Podemos empezar a incluir cambios en nuestros hábitos para reducir la huella hídrica que generamos, muchos de ellos más sencillos de lo que creemos. Reducir el consumo de carne y alimentos elaborados, favoreciendo las frutas, verduras, legumbres y cereales no sólo puede beneficiar al planeta, sino que nos aportará una dieta más equilibrada que nos favorecerá a la salud. Puedes enterarte de otras formas de reducir el consumo del agua en la web de la Fundación Aquae, existen muchísimas maneras de ayudar al planeta.