El coche es un estorbo. Después de casi un siglo como símbolo de la modernidad, el individualismo y la modernidad, el vehículo privado vive sus peores días.

La tiranía del vehículo

Cualquiera lo diría mirando las cifras de ventas, pero cada vez más voces se levantan para denunciar lo que consideran la tiranía de los coches, sobre todo en las ciudades. Inciden sobre todo en la ineficacia de este tipo de transporte. 

Los últimos datos han sido facilitados por la Unión Europea. En su informe sobre movilidad y transporte en los países miembros. De ahí se extraen algunas conclusiones que difícilmente hubieran sido relevantes hace solo una década. 

Un coche típico en Europa está aparcado el 92% del tiempo. Y el resto de tiempo no es mucho más eficiente. Aunque la gran mayoría de los automóviles disponen de cinco plazas, la media de viajeros que transporta en un trayecto es de 1,5 personas por viaje. Además, del 8% del tiempo que un coche está en uso, un 1% lo pasa en atascos, un 1,6% se va mientras buscamos aparcamiento y tan solo un 5% conduciendo realmente

Media ciudad

Pues bien, un medio de transporte tan radicalmente ineficiente ocupa nada menos que el 50% del espacio en la ciudades. Es decir, hay más espacio en los entornos urbanos para el coche que para las viviendas. 

Pero no solo es ineficiente en cuanto a su uso. También lo es y en la misma medida energéticamente. Solo una mínima parte del combustible se emplea en el transporte efectivo. La inmensa mayoría de la gasolina o gasoil se pierde en la aerodinámica y la inercia del vehículo y simplemente, el motor lo malgasta sin que el impulso generado acabe llegando a las ruedas.