Dos millones de personas han sido las protagonistas de un experimento para saber cómo debería actuar un vehículo sin conductor al enfrentarse a un accidente en circunstancias normales. La situación sería la siguiente: un coche sin conductor se queda sin frenos al llegar a un paso de cebra. Problema: si continúa recto cabe la posibilidad de atropellar a dos peatones, pero si da un volantazo atropellaría a un gato.

Otra situación plantearía el posible atropello de un “ejecutivo trajeado” o de un indigente. O que el coche en cuestión se llevara por delante a una mujer embarazada y a su hija, o a tres ancianos. La pregunta es complicada: ¿a quién salvarías?

El experimento muestra ahora la moral con la que deberían de guiarse estos vehículos y los resultados han representado una medida de la moral humana. Después de una infinidad de ensayos con coches que se conducen solos, incluso con atropellos mortales, es sólo cuestión de tiempo que los vehículos autónomos circulen de forma habitual por las carreteras.

En la ‘máquina moral’, como han llamado al experimento, han participado más de dos millones de personas, de 233 países. “Vimos que hay tres elementos que las personas tienden a aprobar más”. La primera conclusión, entre salvar a un humano o a un animal, el coche debería siempre atropellar a la mascota. Como norma se deberían salvar siempre al mayor número de personas. En cuanto a la situación en la que se debata entre la vida o la muerte de un anciano o un bebé, es este último quien debería de sobrevivir para que pudiera envejecer.

Además de estas tres decisiones, casi universales, la investigación muestra una preferencia especifica según el tipo de personaje. Los que habría que salvar primer serían, por orden, un bebé en un carrito, una niña, un niño y una mujer embarazada. Por el contrario, sin contar con las mascotas, los delincuentes, los ancianos y los sin techo serían los humanos más sacrificables.  

Por el momento, el único país que ha propuesto una guía moral para estos vehículos autónomos es Alemania. Pero han aclarado que “en situaciones donde el accidente sea inevitable, está estrictamente prohibida cualquier distinción basada en rasgos personales (edad, género, constitución física o mental).