El cine y la televisión, como ya lo hiciera antes la literatura, nos han mostrado numerosas formas de acabar con el mundo tal y como lo conocemos. En ocasiones debido a fenómenos naturales, otras como víctimas de criaturas alienígenas o del más allá. Sin duda, la más tenebrosa es aquella que se produce a manos de la propia Humanidad. Un fin del mundo que no siempre pasa por la extinción, sino que puede caracterizarse por la misma deshumanización de las personas y consistir en una sociedad en la que nos convirtamos en esclavos.

Acaba de estrenarse en Netflix la película No mires arriba, con una pléyade de estrellas de la interpretación —un gran elenco como se decía antes— y, si la sumamos aotros dos productos que aún puedes encontrar en las plataformas, tendrás un maratón más propio de Halloween que de Navidad, pero que debería servir para reflexionar en época de buenos deseos y propósitos de año nuevo.

Don’t Look Up! (Adam McKay, 2021)

Lo que empiezas a ver como una mezcla de comedia y cine clásico de catástrofes, se torna rápidamente en una historia de esas que los críticos suelen definir como de doble lectura.

Sin ser una obra maestra, ni creo que lo pretenda, cuenta con una factura técnicamente impecable y buen ritmo, y unas interpretaciones dignas de sus actores, a destacar DiCaprio y una Meryl Streep transformada en un alter ego femenino de Trump que da miedo por sí sola, el espectador no acaba de situarse del todo entre el drama y la comedia. Y ese es el principal valor de una historia en la que las situaciones grotescas, pero sin exageraciones a lo Mars Attack de Burton, son tan reconocibles que asustan a quien mantenga un mínimo de sentido crítico con nuestro rumbo actual.

Algo está cambiando cuando una cinta estadoundense y emitida por un estudio mainstream, lanza un mensaje tan claro contra los excesos del capitalismo, las redes sociales y el poder de las Big Tech, o el mesianismo político.

 

Conocíamos la vertiente activista de DiCaprio y no nos extraña en él, pero ahora intuimos que el resto del elenco también ha decidido tomar partido por ese llamamiento a mirar arriba, abajo, adelante y alrededor y despertar. Ese momento en el que el Jefe de Gabinete de la Presidenta presume de que no solo cuentan las personas sino que van “a salvar las cosas” (crítica directa y mordaz al materialismo que se suma al constante cuestionamiento de nuestras prioridades) es sólo una de las frases que va dejando el guión como minas esperando a que pases por ellas.

En el plano puramente cinematográfico también hay numerosos guiños a otras obras del género, desde la directa a Cuando los Mundos Chocan (When worlds collide, 1951), hasta la también ácida crítica Teléfono Rojo ¿volamos hacia Moscú? (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, 1964) del maestro Kubrick, rodada en plena Guerra Fría, cuando nuestros miedos por el fin del mundo procedían de la escalada armamentística y los misiles nucleares.

 

Pero hoy, los cineastas imaginan un fin del mundo (o de la Humanidad, repetimos) por culpa de otra tecnología y de otro tipo de ideologías. Y si las redes sociales y el individualismo consumista y hedonista se describe con ironía en No Mires Arriba, es en otra serie donde su potencial para destruirnos se muestra con toda su crudeza.

Years and Years ( Russell T. Davies, 2019)

La serie que estrenó HBO poco antes de la pandemia tiene en común con la película anterior que lo que comienza como una comedia televisiva de nuestro tiempo se convierte pronto en una historia de terror.

Years and Years, es una sitcom con familia disfuncional, diversa y multirracial, que comienza a lanzarnos señales de alarma a través de pequeñas anécdotas y situaciones paralelas a la historia principal que, cuando queremos darnos cuenta, se vuelve un cambio irreversible de nuestra forma de vida.

En esta ocasión es Emma Thompson, otra magnifica actriz, es la que da vida a una Premier que nos puede recordar a ese Boris Johnson que primero negaba el virus y luego acabó en el hospital. Pero al igual que en Don't look up!, el peligro de lo que ocurre viene de nosotros mismos y de la sumisión y cesión de responsabilidades en la que incurrimos a manos de nuestros perfiles en RRSS, el bajo filtro frente a las Fake News o cómo nos convertimos en ratones tras los flautistas del populismo.

La serie es tan real en su distopía fantástica (ríete tú de Black Mirror) que si luego ves la película Brexit o uno de los documentales sobre Cambridge Analytics te costará distinguir dónde acaba la ficción y dónde empieza la realidad. Querrás tomarte la pastilla azul.

 

Y para terminar esta propuesta de cine club casero que incite a la reflexión y al debate sobre hacia dónde nos dirigimos, una serie francesa que si en lugar de estar en Filmin estuviera en otra plataforma más popular, habría sido el hit de la temporada.

El Colapso (Jérémy BernardGuillaume DesjardinsBastien Ughetto, 2019)

Con una atrevida técnica de plano secuencia constante en todos sus capítulos, de principio a fin, solo por eso ya merece su visionado para los amantes de las historias audiovisuales.

En El Colapso nos encontramos de bruces con otra manifestación del alma humana, su lado oscuro, y de cómo se pierde cuando el caos se apodera de nuestro estado de bienestar y la vida se convierte en un sálvese quién pueda. En esta ocasión, vemos cómo el egoísmo se apodera de nosotros y cómo todo lo que creemos importante, especialmente las cosas, dejan de serlo. En realidad, y sin entrar en detalles para no hacer spoiler, lo que la serie nos cuenta enlaza perfectamente con la primera película analizada en este artículo, y cómo el mundo consumista y el materialismo, desbocados, serán más el problema que la solución. Aquí las referencias cinematográficas nos recordarán a esa Noche de los muertos vivientes (1968) de George A. Romero, tanto metafóricamente como por cierto estilo visual realista y casi documentalista. Película de culto, por cierto, que también está dosponible en Filmin.

Los mensajes que lanzan estas tres obras son claros, directos y actuales. Solo queda que los queramos entender y confiar, que al igual que hemos sobrevivido a las amenazas que inspiraron el cine de marcianos y catástrofes de los años 50, seamos capaces de sobrevivir a la amenaza del siglo XXI.