Después de cientos de misiones espaciales, ni la NASA lo tiene claro. Aunque haya habido astronautas que han pasado meses en microgravedad en las estaciones espaciales, los responsables de la agencia americana siguen estudiando los efectos en el organismo humano. Y a falta de referentes más cercanos, han decidido estudiar lo más parecido. Nuestro cuerpo en el agua.

Una reto interesante

Por eso la NASA se ha fijado en un nadador muy especial. Se trata de Ben Lecomte, un ultranadador que se ha fijado un reto increíble: cruzar el océano Pacífico a nado. Pero a los astrofísicos y médicos de la agencia no les interesa tanto el reto como sus efectos.

Aseguran que las situaciones que experimenta el cuerpo humano son muy similares en el agua y en el espacio. Para empezar, el cuerpo flota tanto en la leve gravedad del espacio como en el océano. Esperan que la experiencia de Lecomte les sirva para analizar la influencia de la microgravedad.

Huesos y músculos

En concreto, esperan extraer lecturas útiles en lo referente a la afectación del esqueleto y de los músculos. En microgravedad, los huesos sufren una severa pérdida de densidad, lo que los hace más débiles y fáciles de romper. Algo que, parece, ocurre igual cuando el cuerpo humano pasa demasiado tiempo a flote. 

Así que según Lecomte va quemando etapas en su reto, la NASA monitoriza su estado de salud tratando de encontrar la respuesta y, sobre todo, alguna posible solución. Detrás está, como siempre, el afán por realizar viajes más largos en el espacio. Esos que nos puedan llevar a otros planetas. Aunque sea al cercano Marte.