Si no fuera por los océanos, usted no estaría leyendo esto. Sí, es una evidencia, pero además de por todo lo que se le pueda ocurrir, lo cierto es que si los mares del planeta no absorbieran el CO2 que producimos, hace tiempo que la Tierra sería una secuela de Venus, el Planeta Infernal. 

Pero puede que no todos los océanos funcionen igual. Es más, puede que las aguas del Océano Antártico estén expulsando más CO2 del que absorben. Es decir, que todo un océano, en parte helado, está contribuyendo al cambio climático. 

Es el aterrador panorama que pintan los científicos de la universidad de Washington, en Seattle. Según sus estudios, las corrientes y la forma en la que circula el agua alrededor del continente helado está provocando que devuelva a la atmósfera más dióxido del que traga.

Geometría única

Las aguas superficiales de los mares capturan el CO2. La corrientes empujan las moléculas hacia el fondo donde puede permanecer cientos de años. Los investigadores sumergieron botellas a diferentes profundidades y, analizando los isótopos de carbono, detectaron moléculas generadas durante los inicios de la revolución industrial. Mucho del carbono generado por la actividad humana se encuentra a profundidades cercanas a los 500 metros

Sin embargo, la forma del continente en clave en el proceso. Según los expertos, las corrientes oceánicas presentas características únicas debido a que la geometría del continente también lo es. Esta forma de circular hace que las aguas profundas entren en contacto con la superficiales. Es decir, que el agua cargada de carbono asciende a la superficie. Y una vez allí, libera su carga. Mucho mayor de la que vuelve a recoger.  

Este estudio viene a corroborar las sospechas de los científicos. En las muestras que recogían en el Océano Antártico, las concentraciones de CO2 siempre eran muy dispares al resto de océanos del planeta.