Fernando Simón ha sido una de las personas más queridas y solicitadas durante la crisis del coronavirus, así como la cara visible de la pandemia en nuestro país (tanto es así que un joven se tatuó su cara en el muslo).

Pocos tendrían dudas de que es una de las personas que más se merecen las vacaciones de verano que algunos españoles ya celebran desde el pasado 21 de junio con el fin del estado de alarma.

Aunque no  sabemos  cuál será la extensión de estas (el Ministerio de Sanidad no ha podido adelantarlo al tratarse de una información privada) sí conocemos que el destino elegido por el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias es Caspe, un pequeño pueblo situado en Zaragoza  en el que, según ha adelantado El Confidencial, el doctor veranea con su familia desde pequeños.

Durante sus visitas a esta localidad Simón se aloja en una urbanización que se encuentra a las afueras del pueblo, justo a orillas del embalse de Mequinenza. Fue precisamente su padre quien, en los años 60 dio alas al proyecto junto a un grupo de pescadores. A escasos metros se encuentran el Club Náutico Mar de Aragón, la Sociedad Deportiva de Pesca y un club con piscina y pista de tenis que también frecuenta la familia.

Amante de la playa y la montaña, Fernando Simón aprendió allí windusrf, piragüismo y vela cuando era niño, deportes que todavía hoy sigue practicando. Lo mismo le sucede con la escalada, una afición de la que el director del CCAES habla con especial cariño: “El rato que estoy escalando me olvido de todo, me hace llegar como nuevo a la oficina”, declaró en una entrevista a la SER.