Este domingo 17 de diciembre se cumplen 26 del asesinato de Ana Orantes a manos de su exmarido, José Parejo. Semanas antes, Orantes había relatado en Canal Sur el infierno que le tocó vivir siendo esposa de su verdugo. A raíz de este atentado, en España se cambió la visión sobre la violencia de género.

Debido a una fecha tan señalada, en redes sociales se ha querido recordar a la víctima: "Hoy hace 26 años que Ana Orantes fue brutalmente asesinada por su exmarido. Este feminicidio propició la ley contra la violencia de género", ha escrito una tuitera. Asimismo, la escritora Carme Chaparro también ha querido dejar un mensaje en su cuenta de X: "Con ella empezó todo. Se atrevió a contar las palizas de años, los malos tratos continuos… en televisión. Unos días después su marido la roció con gasolina y le prendió fuego. Ahí la sociedad abrió los ojos", ha apuntado. 

Ana Orantes, nacida en 1937 en Granada, España, se convirtió en un símbolo de valentía al alzar su voz contra la violencia doméstica, dejando una huella imborrable en la lucha por los derechos de las mujeres. Su historia conmovió a toda una nación y despertó la conciencia sobre un problema social grave y silenciado durante demasiado tiempo. La vida de Orantes estuvo marcada por un matrimonio marcado por el abuso y la violencia. Durante años, soportó maltratos físicos y emocionales a manos de su esposo. Sin embargo, su determinación por cambiar esa situación la llevó a tomar un paso crucial que tendría repercusiones profundas.

En 1997, decidió contar su historia ante las cámaras de televisión en un programa de entrevistas. Con valentía y sin filtros, relató los años de sufrimiento que había enfrentado a manos de su esposo y las fallas del sistema en protegerla. Sus palabras resonaron en toda España y despertaron un debate nacional sobre la violencia de género y la necesidad de reformas urgentes para proteger a las víctimas.

Trágicamente, días después de esa entrevista, Orantes fue brutalmente asesinada por su exesposo, generando indignación y conmoción a nivel nacional. Su muerte conmocionó al país y se convirtió en un punto de inflexión en la lucha contra la violencia de género, impulsando cambios legislativos y un mayor apoyo a las víctimas.

El legado de Ana Orantes perdura como un recordatorio de la valentía necesaria para romper el silencio y denunciar la violencia doméstica. Su sacrificio impulsó un movimiento que busca erradicar esta lacra social y ofrece un rayo de esperanza para las mujeres que sufren en silencio. Hoy, su nombre sigue vivo en la memoria colectiva, recordándonos la urgente necesidad de continuar luchando por un mundo donde la violencia de género sea cosa del pasado y donde todas las personas puedan vivir libres de miedo y abuso.