El arranque de semana ha estado marcado por los ecos del Congreso Nacional del PP y el Comité Federal del PSOE, que siguen condicionando el pulso político. Pero el lunes dejó también una sacudida inesperada en el tablero de la derecha, donde volvió a emerger el conflicto latente entre el PP y Vox, justo cuando parecía adormecido.

Todo comenzó con un nuevo discurso de Alberto Núñez Feijóo, en el que volvió a reivindicar su objetivo de alcanzar diez millones de votos en las generales y deslizó que no contempla un Gobierno de coalición con Vox. Sus palabras encendieron los ánimos en la sede de la formación de ultraderecha, donde este mismo lunes redoblaron la presión con una polémica exigencia: la deportación de ocho millones de migrantes y sus hijos.

La propuesta de Vox para hacer frente al supuesto problema del “remplazo poblacional”, una teoría que sostiene que en 2044 habrá en España más población inmigrante que autóctona, pasa por la devolución de los ocho millones de inmigrantes que actualmente residen en el país, incluidos los hijos nacidos aquí, lo que se conoce como segunda generación. Así lo defendió la diputada Rocío de Meer, quien justificó la medida alegando que estas personas “es tremendamente difícil que puedan adaptarse a nuestros usos y costumbres” y que muchas “han protagonizado escenas de inseguridad en nuestros barrios”, por lo que, según afirmó, “tendrán que volver a sus países”.

Aunque Feijóo no cerró del todo la puerta a un acuerdo con Vox en caso de necesidad parlamentaria, fue su nuevo número dos, Miguel Tellado, quien endureció el mensaje. El recién nombrado secretario general del PP dio forma definitiva a lo que hasta ahora era solo una ambigüedad táctica. "Si Vox exige entrar en un futuro Ejecutivo, habrá repetición electoral", llegó a afirmar. Un escenario que remite inevitablemente al choque que vivieron PSOE y Unidas Podemos antes de formar Gobierno.

El periodista Isaías Lafuente se pronunció sobre la última propuesta de Vox con su habitual tono irónico y crítico. Puso el foco en los apellidos elegidos por los dirigentes de la ultraderecha para ejemplificar su discurso antiinmigración, una elección que considera reveladora viniendo de un partido que presume de defender la "esencia española" y las raíces nacionales.

“Estamos a cinco minutos de que el partido de Tertsch, De Meer y Ortega Smith reclame desempolvar los Estatutos de limpieza de sangre”, ha ironizado el también escritor y profesor. Con esta frase, alude a aquellas normas del siglo XV que exigían demostrar la ausencia de ascendencia judía o morisca para poder acceder a ciertos cargos e instituciones. Es decir, acreditar que se tenía sangre de “cristiano viejo” en una España obsesionada entonces con la pureza de origen.

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