El banco de alimentos de Essen se mantiene en sus trece en su polémica decisión de no recibir nuevos beneficiarios extranjeros, pese a las críticas registradas en todo el país, a las que se ha sumado la canciller, Angela Merkel.

El director del banco de alimentos, Jörg Sartor, había defendido la decisión explicando que en el momento en que se tomó el 75 % de los beneficiarios eran extranjeros.Y que esta mayor presencia de foráneos en los centros de reparto había hecho que beneficiarios alemanes, sobre todo entre madres solteras y personas mayores, se sintieran cohibidos. En las próximas dos semanas, según dijo ayer Sartor, se creará una mesa redonda para reflexionar sobre cómo se hará en el futuro el reparto de comida, pero se mantendrá la idea de dar prioridad a personas mayores y a familias con hijos menores de edad. El aumento de extranjeros en el banco de alimentos de Essen se inició con la gran ola migratoria de 2015, ya que antes sólo un tercio de las personas registradas no eran de origen alemán.

Merkel cree que no se debe distinguir entre personas necesitadas

La decisión de la organización generó un gran debate en el país cuando se conoció la semana pasada y ayer se sumó la Canciller, Angela Merkel, quien consideró en una entrevista en televisión que no se debía hacer ese tipo de divisiones entre alemanes y extranjeros cuando se trataba de ayudar a personas necesitadas.

También la ministra de Trabajo y Asuntos Sociales, Katarina Barley, criticó la medida y dijo que discriminar de forma generalizada a todo un grupo de personas "no es compatible con los valores de una sociedad solidaria".

El banco de alimentos ha sido objetivo también de reacciones más radicales y algunos de sus vehículos han aparecido con pintadas en las que acusaba a los gestores de "nazis".

Pobreza, integración y racismo

La jefa del grupo parlamentario de La Izquierda, Sarah Wagenknecht, en cambio, salió en defensa de la organización de Essen al estimar que los ataques eran hipócritas. "En 2015 el Gobierno decidió abrirle las puertas a un gran número de personas y no se preocupó para nada de las consecuencias y de que el precio no lo tuvieran que pagar los más pobres", apuntó. Según Wagenknecht, en lugar de criticar la decisión de Essen el Ejecutivo "debía preguntarse por qué actualmente muchos pensionistas tienen que recurrir a los bancos de alimentos".

Para el líder en el parlamento de la conservadora Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera, Alexander Dobrindt, la discusión muestra que "la integración tiene un límite". El tema también ha sido aprovechado por la ultraderechista Alternativa por Alemania (Afd) y la copresidenta de su grupo parlamentario, Alice Weidel, instó a preguntarse por qué peticionarios de asilo que "reciben ayudas públicas con las que muchos pensionados alemanes sólo pueden soñar" recurren a los bancos de alimentos. Weidel sostiene que la razón es que muchos envían el dinero que reciben a sus países de origen para luego sacar provecho de organizaciones caritativas.

Demasiados pobres en un país rico

El presidente de la Confederación de Bancos de Alimentos en Alemania, Jochen Bruhl, por su parte, expresó su comprensión por la decisión tomada por Essen, aunque opinó que se ha equivocado, probablemente al encontrarse en una situación de desesperación.

Para ser beneficiario de los bancos de alimentos en Alemania hay que demostrar que se tiene derecho a ayuda social o que se vive del llamado subsidio de desempleo II, que sólo cubre el mínimo de existencia.

  Actualmente hay cerca de 1,5 millones de personas que reciben ayuda de los bancos de alimentos en un país que, como han recordado varios medios, registró un superávit 36.600 millones de euros el año pasado.