Me la presentan como “influencer”, pero igual me podrían haber dicho que se trata de una emprendedora con una startup de éxito. Quedamos tempranito, a una hora mucho más de ejecutiva que de profesional de los saraos y su discurso el de quien tiene un plan de negocio en la cabeza y lo está ejecutando paso a paso. No sé cómo se llama, pero en las redes es La Pelo y, para mí, bien podría ser la CEO y fundadora de La Pelo SLU.

Nos conectamos por videoconferencia. Está más despierta que yo y con el aspecto de quien ya se ha ventilado unos cuantos asuntos urgentes a primera hora de la mañana. No utiliza filtros, es como es y, tras ella, deja ver un rincón de su “taller”: un aro de luz, unos cables, una impresora de fotografías y una silla de gamer que combina especialmente bien con ella, a mis ojos de ignorante cromático [¿coincidencia?, no lo creo].

La Pelo asegura que su vida sigue igual que antes de ser influencer

Mi vida es normal y corriente. En lugar de ir a una oficina a trabajar estoy en mi casa en pijama grabando

Cambió todo y nada

“Todo comenzó un día estando en Madrid, que se alinearon los planetas, como digo yo, y decidí subir un vídeo de mis anécdotas y demás a YouTube y Facebook y lo petó”, recuerda. A partir de ahí, “los vídeos que he seguido haciendo lo han seguido petando y aquí estoy, sigo en ello”, añade con toda la sencillez del mundo.

Porque si algo se puede afirmar sin temor a equivocarse, es que La Pelo sigue siendo quien era antes de la fama: “Mi vida es normal y corriente. En lugar de ir a una oficina a trabajar estoy en mi casa en pijama grabando. Pero cuando apago la cámara... Ahora mismo acabo de poner dos lavadoras, tengo que pasar el polvo… Vamos, que sigo igual”. 

Es consciente de que su actividad puede tener un impacto negativo en la vida de alguien. “Cuando te viene tanta fama, tantas cosas buenas, todo el mundo te halaga, es normal que a alguien se le vaya la pinza y se crea que está viviendo en un mundo que en realidad no existe. Hay una visión muy romántica de ser influencer. Afecta a algunas cosas de mi vida y ya está, no hay que darle más importancia”

Sin embargo, entiende que otras personas puedan tener una experiencia diferente. “Depende de cómo te tomes la fama. A mí me da igual, yo sigo siendo yo, la fama no me ha cambiado absolutamente nada. A lo mejor es porque tengo  una personalidad bastante fuerte y sé quién soy”. 

Por eso, deja que pocas cosas cambien. De hecho, hasta ha vuelto a Sevilla “porque ahora puedo dedicarme en cuerpo y alma a hacer vídeos y no dependo tanto de la economía y de los trabajos”. Pero no siempre fue así y por eso tuvo que irse a Madrid, “a buscarme la vida”, porque reconoce que en su ciudad natal “las oportunidades son nulas”. 

Esto empezó siendo un hobby -y lo sigue siendo-, pero además se ha convertido en mi trabajo

Empresaria

Se define a sí misma como empresaria. “Esto empezó siendo un hobby -y lo sigue siendo-, pero además se ha convertido en mi trabajo, porque es mi fuente de ingresos”, reflexiona. 

Como en cualquier otro proyecto, el equipo es clave: “Al principio estaba sola, por libre. No sabía que esto era un trabajo. Fue una auténtica locura. Me llegaban propuestas de colaboraciones con marcas que me pedían presupuestos y que yo no tenía ni idea de por dónde iban los tiros. Más adelante conocí a mi agencia de representación, que se encarga de mediar con las marcas”.

No le caben dudas sobre qué hace falta para triunfar en su mundo: “Lo primero es que te guste lo que vas a hacer. Lo segundo es tener claro lo que vas a hacer. Y lo tercero es saber la fuerza de voluntad que tienes, porque eres tu propio jefe y no hay nadie que te diga: esto hay que hacerlo. Lo puedes dejar para mañana o pasado. Es una guerra contigo misma”. 

Por eso, “Hay que tener muy claro querer y saber que se puede. Si no, a los dos días lo has dejado, te lo puedo asegurar, porque es muy duro”.

Esto no es encender una cámara y ya está

Trabajo duro

Sabe que la imagen que hay de su profesión hace que muchas personas se lo planteen como opción profesional. Pero con eso no basta: “A mí me han llegado a preguntar: ¿qué hago? Ahí ya, retírate, porque si te metes en este mundo, tienes que tener muy claro qué quieres mostrar”. 

Y explica que “esto no es encender una cámara y ya está. Hay veces que sí, que puedes tener ese arte, ese talento de improvisar y sacarle partido a las cosas. Pero cuando tienes en mente crear un canal, no es: subo un vídeo, me hago famoso y se acabó. Es constancia, es cada semana o dos días a la semana. Un no parar. Tienes que tener claro que tienes esa capacidad, ese tiempo y esas ganas para dedicarle a crear un canal y un contenido”. 

Por supuesto, también influye la fortuna, como pasó con aquel primer vídeo de su canal: “Yo lo subí por subirlo y lo peté”, dice. Y añade con ironía: “También es verdad que cuanto más trabajo más suerte tengo, es algo curioso”.

De hecho, aquel éxito fue fruto del esfuerzo: “Yo no subí un vídeo y lo petó; antes había tenido un canal secundario en el que aprendí muchísimo, pero no lo petó”. Para mejorar, “estudié imagen, realización de vídeo… Detrás de la suerte hay un análisis y un trabajo que me llevó a hacer ese vídeo. Que parte es estar en el momento adecuado, a la hora justa y en el medio justo, también; pero cuando a la gente le gusta tu trabajo y lo comparte, no es suerte”.

Mi sueño sigue siendo viajar y a descubrir cosas, cámara en mano

Futuro

Hoy en día, más de un millón de personas disfrutan de sus contenidos en las distintas redes. Pero todavía le quedan cosas por hacer: “Mi sueño sigue siendo hacer un reality. Pero no meterme en Gran Hermano, sino mi propio programa de Viajando con La Pelo, cámara en mano y a viajar y a descubrir cosas por ahí. De hecho, lo estamos proponiendo, a ver si a alguien le encaja. Y, si no, me voy yo sola y lo hago”. 

Además, el próximo mes de mayo se publicará su primer libro, en el que “hablo de mercadillos, del ahorro…”. Como cualquier startup, La Pelo SLU sigue ampliando negocio. Y avanza gracias a una CEO que lo tiene todo muy claro.