Puede ser por su contaminación galopante o simplemente porque dado su volumen las autoridades chinas son conscientes de su responsabilidad. Lo que está claro es que el país asiático continúa su decidido camino para promover, generar e impulsar el consumo de energía limpias. Continuar con el desarrollo del país en base a la sostenibilidad.

Impulso a la industria

La última decisión no puede ser más valiente y efectiva. El gobierno chino está estudiando nada menos que prohibir la fabricación y venta de coches impulsados por combustibles fósiles. La medida se enmarca en la apuesta por la movilidad eléctrica y por el desarrollo de automóviles impulsados con esta tecnología. No es solo una cuestión de polución. Detrás también está la idea de colocar al gigante asiático en la vanguardia de la producción de coches eléctricos. Con el horizonte de la generalización de este tipo de vehículos, el impulso gubernamental a las empresas fabricantes puede determinar que sean las más competitivas cuando la demanda crezca.

Primer productor mundial

De momento, solo en China se vendieron el pasado año más de medio millón de coches eléctricos. Es el principio. Porque el Ministerio de Industria y Tecnología ha presentado el documento por el que gradualmente se va a sustituir el parque automovilístico. La idea es ir estableciendo cuotas en la producción para motores impulsados con electricidad. Se espera que en 2018, el 8% de los vehículos que se fabriquen sean eléctricos. Esta tasa subiría hasta el 10% en 2019 y hasta el 12% en 2020. Sin embargo, el anuncio de la prohibición de fabricación de coches movidos con combustibles fósiles puede acelerar este proceso, haciendo que se incremente la demanda de un bien que tiene una larga vida útil. Es una decisión que puede generar un efecto imitación. No en vano, China es el mayor productor mundial de automóviles. Solo el pasado año, se vendieron en todo el mundo 24 millones de vehículos fabricados en este país.