La jornada técnica sobre salud mental promovida esta semana por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, organismo científico-técnico del Ministerio de Trabajo y Economía Social especializado en prevención de riesgos laborales, ha evidenciado el exponencial y preocupante crecimiento de los efectos que factores como la presión o el estrés pueden llegar a tener en los trabajadores si no se hace un control de la dinámica diaria y se marcan unos objetivos difícilmente asumibles. 

Ante este tipo de circunstancias, los problemas de salud mental han adquirido ya un notable protagonismo, pues esta es una situación que no solo afecta a España, ya que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año se pierden 12.000 millones de días laborales a causa de la depresión y la ansiedad. De hecho, según los datos recogidos por la OCDE, en los países industrializados las jornadas de trabajo perdidas fruto de esta problemática que afecta a los trabajadores suponen ya entre el 3% y el 6% del PIB.

En lo referido, concretamente, a España, las cifras muestran un crecimiento muy significativo de los trastornos mentales asociados al trabajo. Así, entre 2018 y 2024, las bajas por síntomas emocionales aumentaron cerca de un 490%, los diagnósticos de estrés grave crecieron un 230% y los trastornos de ansiedad subieron un 120%.

De esta manera, según, el sistema PANOTRATSS, que registra las patologías no traumáticas asociadas al trabajo, en este período un total de 808 patologías clasificadas como “trastornos mentales y del comportamiento”, siendo los episodios de ansiedad los más frecuentes, con más del 70% de los casos. Por otra parte, el sistema DELT@, que tramita los partes de accidentes de trabajo, registró entre estos años hasta 4.916 accidentes laborales derivados de daño psicológico por agresiones y amenazas.

Es más, atendiendo al informe 'Depresión y suicidio (SEP, SEPB y FEPSM, 2022)', un 6,68% de la población española, lo que suponen alrededor de tres millones de personas, recibió un diagnóstico de depresión en los últimos 12 meses, alcanzando cifras de hasta el 10% a partir de los 55 años.

Los trastornos mentales constituyen ya la segunda causa de incapacidad temporal en nuestro país. Según datos del INE, solo un 21% de los pacientes con depresión se encuentran trabajando

 

Además, la depresión es el motivo más frecuente de incapacidad laboral de más de 15 días, con una duración media de 167,9 días. En el ámbito de la UE, más de la mitad de las ausencias laborales están relacionadas con el estrés, según apunta el Parlamento Europeo, a tal punto que el Eurobarómetro de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo señala que un 27% de las personas trabajadoras en Europa sufren estrés, ansiedad o depresión provocados o agravados por el trabajo.

¿Por qué se ha llegado a esta situación?

Aitana Garí, directora del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, ha subrayado que “estos datos nos obligan a actuar, y a hacerlo en la raíz del problema: las condiciones organizativas del trabajo. Porque la salud mental no es solo la ausencia de enfermedad, es un derecho y es un determinante fundamental de la calidad de vida. Debe estar en el centro de la gestión preventiva, como base de entornos de trabajo protectores de la salud y, sobre todo, más humanos.”

De hecho, tal y como apuntan desde el Instituto, a esta situación se está llegando, además de por una mayor aceptación de los problemas de salud mental que permiten que las personas no se sientan señaladas por abordarlos cuando lo padecen en lugar de enquistarlos, porque las condiciones de trabajo se han transformado significativamente en los últimos años, derivado, principalmente de cuestiones como la digitalización, la intensificación del ritmo laboral, la precarización de algunos sectores y la aparición de nuevas formas de organización del trabajo como el teletrabajo. Estos cambios generan también una exposición constante a la elevada presión de tiempos, alto ritmo de trabajo, altas exigencias emocionales y baja autonomía o control para tomar decisiones, lo que genera riesgos psicosociales en el contexto laboral y potencian la probabilidad de daño, especialmente en la salud mental de las personas trabajadoras. Por tanto, independientemente de la capacidad individual de adaptación de cada persona o características individuales, como la edad, el contexto laboral actual genera riesgos psicosociales que no pueden atribuirse únicamente a factores psicológicos o demográficos, sino a estructuras y condiciones de trabajo que demandan un abordaje preventivo por parte de las empresas.

Líneas de trabajo a desarrollar

Para comenzar a abordar esta situación complicada, se indican cuatro puntos fundamentales en los que focalizar los esfuerzos: prevenir riesgos psicosociales mediante intervenciones en las organizaciones; reforzar la conciencia y formación de personas directivas y trabajadoras para la detección temprana; apoyar a quienes ya presentan problemas de salud mental a través de adaptaciones, programas de retorno al trabajo y apoyos en el empleo; y crear entornos laborales que aseguren liderazgo, inversión, derechos, participación, evidencia científica y cumplimiento normativo.

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