El Banco de España ha presentado este lunes su informe de la situación financiera de los hogares y las empresas, relativo al tercer trimestre del pasado curso. El trabajo del organismo recoge una mejora continuada del poder adquisitivo de las familias en comparación con los niveles prepandemia, lo que a su vez posibilita que las insolvencias y la vulnerabilidad económica se encuentren en niveles mínimos de los últimos 20 años.

La institución presidida por el que fuera ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, apunta a que la renta bruta de los hogares se encuentra un 5,4% por encima del nivel de 2019 y se benefició de un rimo de crecimiento interanual del 8,2% entre julio y septiembre de 2024, cifra por debajo de lo registrado en el periodo precedente y ubicada en el 4,2% en términos reales. Esta desaceleración, explica el Banco de España, responde al menor avance de las rentas de la propiedad.

En sentido contrario, la contribución de los asalariados a la mejora de la renta se incrementó en siete décimas, ubicándose en el 6%, gracias a un aumento del empleo que ha compensado la moderación de la remuneración por asalariado. Con todo, el ahorro ha experimentado un leve repunte y se mantiene en cotas históricas. Los hogares españoles presentan así una situación financiera agregada relativamente favorable si se compara con la media del período 2005-2024.

“Esta evolución se apoya, fundamentalmente, en el importante proceso de desendeudamiento, complementado con un reducido coste de financiación, hasta el año 2022, y una mejora del mercado de trabajo”, explica el Banco de España, que señala como excepción los peores momentos de la pandemia, atravesados en 2020. “En este contexto, tanto las rentas reales como, más recientemente, el ahorro han contribuido también a mantener el indicador de vulnerabilidad en registros reducidos”, continúan los autores del estudio.

Esta caída de la vulnerabilidad también se ha visto influido por la reducción del desempleo, que a su vez aminora el indicador de actividad laboral. La evolución española coincide con la atravesada por el conjunto de veinte países que conforman la zona euro, registrando ambas zonas niveles muy cercanos a los mínimos de las últimas dos décadas. Además, en ambos casos “el proceso de desendeudamiento ha desempeñado un papel fundamental, estando el subindicador que recoge esta dimensión en niveles mínimos del período analizado”.

Asimismo, desde el organismo económico trasladan que el indicador que mide la capacidad para hacer frente al servicio de la deuda se encuentra, de la misma manera, en niveles reducidos debido al aumento de la renta y al elevado ahorro, que han compensado el efecto de los mayores pagos por intereses derivados del endurecimiento de la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) entre 2022 y 2023.

El único indicador que se sitúa por encima de su media histórica en España, aunque el Banco de España asegura que “ligeramente”, es el de financiación, lo que recoge la subida de los tipos de interés del saldo vivo de crédito a los hogares, que en España ha sido más intensa que en la Unidad Económica y Monetaria (UEM) por el mayor predominio del saldo de préstamos a tipo de interés variable.

El encarecimiento de la vivienda impulsa a los propietarios

El mal de muchos ciudadanos españoles, el tensionamiento del mercado de la vivienda, es también el beneficio de otros, que aumentan sus rentas gracias a esta situación. “La revalorización de la vivienda continuó impulsando la riqueza de los propietarios”, titula directamente el Banco de España uno de los epígrafes de su estudio. “Pero siguió contribuyendo al deterioro en el acceso a la vivienda de los potenciales nuevos compradores”, completa el titulo del epígrafe siguiente.

Atendiendo a las Cuentas Distributivas de la Riqueza de los Hogares, las familias españolas concentran, en comparación con las del área del euro, una mayor parte de su riqueza bruta en activos inmobiliarios, de forma generalizada por estratos de riqueza. Sin embargo, el organismo explica que el aumento de los precios de la vivienda “habría continuado contribuyendo al deterioro de la accesibilidad”. No obstante, destacan que desde el cuarto trimestre de 2023 este efecto se habría visto “más que compensado por el dinamismo de la renta per cápita y la disminución de los costes de financiación”.