Desde la invasión por parte de Rusia a Ucrania, la inflación se disparó y ha llevado a los indicadores económicos a una situación crítica. El encarecimiento de la energía genera que el Índice de Precios de Consumo (IPC) suba considerablemente afectando a los bolsillos de los consumidores. En España este indicador se sitúa en el 10,5% en el mes de agosto. Por tanto, muchas empresas han tenido que a aplicar técnicas para disimular el encarecimiento de la cesta de la compra.

En ciertos casos, los productos traen una cantidad, con relación al tamaño del envoltorio, es mucho menor de lo que parece. Esta técnica de ventas se conoce como ‘reduflación’. El problema de esta técnica es que suele pasar desapercibida por la mayoría de clientes, debido a que gran parte de los consumidores no se suelen fijar en la cantidad marcada que aparece en el embalaje. La mayoría de los clientes no perciben que se haya modificado el producto, siempre y cuando, no se haya cambiado el precio.

En periodos en los que la economía se encuentra en un punto vulnerable, las empresas suelen usar la 'reduflación', ya que reducen costes y aumentan los beneficios sin que se altere el volumen de ventas en épocas en las que la producción o el consumo se ve reducido por factores externos a los de la propia compañía.

"Hemos detectado que algunos fabricantes de alimentos están reduciendo el contenido de sus envases entre un 5% y un 10% para despistar a los consumidores y que no se note la subida de precio". La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha advertido de la utilización de esta técnica por parte de las empresas para hacer frente al alza de los precios.

Aunque la 'reduflacción' es una práctica legal, los consumidores y los organismos reguladores del mercado advierten que es una técnica poco ética. La OCU ha avisado que seguirá desde cerca este fenómeno para garantizar la legalidad en la modificación de las cantidades distribuidas en los productos acorde a la legislación vigente.