La prima de riesgo española va a cerrar la semana por debajo de los 400 puntos básicos y la bolsa se ha consolidado en los 8.000 puntos. Atrás ha quedado la primavera-verano dramática con la Bolsa llegando a los 6.000 puntos y la prima por encima de los 600. ¿Algo nuevo?, nada en Madrid, pero sí en Europa. El Banco Central Europeo es el flotador.

Auxilio a Grecia, beneficio para España
Las cosas empezaron a relajarse cuando el presidente del Banco central Europeo (BCE), Mario Draghi, anunció que sacaría todo la artillería para evitar otro ataque contra el euro. Eso fue lo que entendieron los especuladores internacionales cuando anunció que el BCE compraría de forma ilimitada y por tiempo indefinido deuda de los países en apuros siempre y cuando pidieran oficialmente el rescate. España no ha pedido el rescate,  pero el mero hecho de enseñar los cañones del BCE sirvió de arma disuasoria.

Ahora el BCE ha anunciado que acepta los bonos griegos (que nadie quiere) como garantía para que el país heleno obtenga  liquidez (dinero) en las subastas semanales que convoca su Tesoro. Esto unido a la quita parcial de la deuda griega y que el pasado martes la agencia Standard & Poor’s subió de golpe seis escalones la calidad crediticia de Grecia, ha hecho que la prima de riesgo griega llegara a caer incluso por debajo de los mil puntos. Y si hay más confianza en Grecia, hay más confianza en el euro y, por tanto, en España.

Todo en el aire
Políticos y economistas coinciden en que el anuncio de la Unión Bancaria a partir del 1 de marzo de 2014 y la reestructuración de la deuda griega dan oxígeno a la zona euro. Pero las cifras de la crisis siguen siendo terribles y como todo se fía al 2014 (unión bancaria, elecciones en Alemania), lo único en que coincide todo el mundo es que el año que viene va a ser muy duro para los ciudadanos griegos, portugueses, irlandeses y españoles.

A esto hay que añadir que cualquier vaivén en la escena política internacional puede mandar todo al traste. Así por ejemplo el gravísimo accidente nuclear de Fukushima y las revueltas de la primavera árabe arrasaron los débiles brotes verdes que empezaron a asomar en Europa en el 2011 y nos volvieron a hundir en una segunda recesión.

Descartado el rescate, de momento
Con las nuevas cifras es razonable que Rajoy piense que España no debe pedir un rescate que sería una humillación y un estigma para España y, sobre todo, para él y su Gobierno. Porque pedir el rescate significa reconocer que se es incapaz de gobernar la situación.

Lo que no es tan razonable es que haya empleado la palabra “descarto” sin añadir su consabido “de momento” que ha utilizado preventivamente Rajoy y todo el PP. Porque la tormenta puede arreciar en cualquier momento y a Rajoy solo le queda una bala de plata que además no sería suficiente si el ataque es serio: otra vuelta de tuerca a la reforma de las pensiones.