Todos los organismos internacionales se han rendido a la progresión de la macroeconomía española. Fondo Monetario Internacional (FMI), Comisión Europea y, este miércoles, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se han visto obligadas a mejorar nuevamente sus previsiones de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) español para este año y para el siguiente. Las estimaciones habían sido rácanas y el think tank de las economías avanzadas se ha visto obligada a elevarlas tres décimas, para 2025, y dos décimas, para 2026, hasta el 2,9% y el 2,2%, respectivamente.
La OCDE responsabiliza de esta gran progresión al mercado laboral, que considera sólido; el aumento de la renta real, gracias a la progresión de los salarios; y la caída de la inflación, que se moderará progresivamente. Estas variables permitirán que el consumo privado sostenga su pujanza, sosteniendo a su vez una demanda interna clave en momentos de debilitamiento de la demanda externa, golpeada por las crisis geopolíticas internacionales. A la par, la inversión aumentará por la reducción de los costes de financiación y la continua implementación del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, compensando la debilidad de las exportaciones.
"El crecimiento del PIB se mantendrá robusto, pero se moderará gradualmente", apunta la OCDE. Es decir, el crecimiento seguirá en buenas tasas, pero en 2027 caerá de la barrera del 2% y crecerá al 1,8%. Si bien este futurible llevas años dibujándose y corrigiéndose a posteriori gracias a la “resiliencia” de la economía española, en palabras del ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo. Desde el 2021, el PIB per cápita ha crecido un 9%, casi el triple que la media de la eurozona, y la asignatura pendiente es alcanzar el nivel absoluto de los países homólogos.
El empleo, la mejor de las variables
Los datos macroeconómicos de España, con asignaturas pendientes en lo micro, siguen una progresión positiva casi en su totalidad y el principal factor que está explicando esto es la evolución del mercado laboral, que ha sumado casi tres millones de afiliados en el último lustro, hasta rozar los 22 millones de ocupados, y ha reducido el paro en casi un millón y medio de personas, por debajo de los 2,5 millones, en el mismo periodo. Al respecto, la OCDE espera que la evolución siga siendo positiva.
Es más, el think tank estima que, de cara a 2027, la tasa de paro caerá por debajo de las dos décimas, algo que no sucede desde los años previos (2005, 2006, 2007) al estallido de la burbuja inmobiliaria. El organismo con sede en París estima que la tasa se situará este año en el 10,6%, bajará medio punto a lo largo de 2026, hasta el 10,1%, y finalmente, en 2027, caerá hasta el 9,8%.
A la par, déficit y la deuda pública se reducen
La OCDE también ha emitido previsiones en materia fiscal, considerando que la senda de reducción de déficit y deuda pública seguirá su curso. En detalle, el organismo espera que el déficit público caerá en 2025 al 2,5% del PIB, siete décimas por debajo del 3,2% del año pasado, y se reduciría dos décimas más en 2026, hasta el 2,3% que mantendría también en el 2027.
Por su parte, la deuda pública bajará este año del 100% del PIB, situándose en el 99,4%, para caer al 97,9% el próximo año y al 97% en 2027. Cabe destacar que estas proyecciones son completas, dado que incorporan las medidas de ayuda relacionadas con la DANA (0,2% del PIB) y la ampliación de los subsidios al transporte público en 2025, así como el aumento del gasto en defensa al 2% del PIB en 2025 y 2026 (10.500 millones de euros adicionales).
A pesar de estos gastos, la OCDE prevé que el déficit fiscal se reduzca gracias al aumento de los ingresos derivados de la creación de empleo, el aumento de los salarios y las medidas fiscales anunciadas recientemente, y una leve consolidación del gasto por un menor gasto en transferencias de capital y pagos relacionados con la eliminación gradual de las medidas restantes relacionadas con la energía.