Las políticas de recortes, austeridad extrema y devaluación interna impuestas por Ángela Merkel no solo han metido a los países con problemas en una espiral de recesión económica y aumento del paro, sino que comienzan a pasar factura a la propia economía germana, que basa su crecimiento en las exportaciones. Si el resto de países europeos ni importan de Alemania y, al mismo tiempo, Estados Unidos, tiene serios problemas, era cuestión de tiempo que la potente locomotora alemana comenzara a resentirse. Así lo demuestran los números del cuarto trimestre del año pasado en el que su economía retrocedió un 0,5%.

Tibio avance de las exportaciones
Lla crisis europea se nota en el tibio crecimiento de las exportaciones alemanas, que en el conjunto del año pasado fue del 4,1% frente al 7,8% del 2011. En cuanto a la demanda interna, el consumo privado solo subió unas décimas (0,8%) mientras el público creció un 1%. Pero un indicador preocupante es la caída de la inversión en bienes de equipo, un -4,4%, una caída que no se registraba desde 2009 y que denota la desconfianza del empresariado alemán sobre la situación económica.

Pero Merkel se anota superávit
Pese a la leve recesión del último trimestre de 2012, el Gobierno de Merkel se ha anotado un tanto: ha conseguido un superávit del 0,1% del Producto Interior Bruto. Es el primer superávit presupuestario que consigue Alemania desde 2007, aunque su consecución tiene trampa: la duda de los inversores sobre la deuda pública de la mayoría de los países europeos beneficia a los alemanes, que se financian prácticamente gratis e incluso en algunas emisiones de deuda el gobierno germano no paga intereses a sus comprados, al revés los inversores le pagan al Tesoro Alemán.

Sí es un factor real que ha llevado al superávit la baja tasa de paro. La Seguridad Social alemana ha aportado mucho dinero a las arcas públicas gracias al sexto récord consecutivo de empleo, 41,6 millones de personas que tienen trabajo.