En este mes de junio, las entidades financieras empezarán a cobrar importantes comisiones de mantenimiento en aquellas cuentas corrientes donde el cliente está menos vinculado. Así, si tiene pocos recibos domiciliados, no ingresa su nómina o su pensión, carece de productos financieros como fondos de inversión, seguros etcétera… o, incluso, no dispone de acciones del banco, la entidad cobrará una elevada comisión. Un pago por el simple mantenimiento de su cuenta que en ronda un coste de 240 euros anuales que, normalmente, se abonan trimestre a trimestre.

Las cosas se han puesto muy duras por el simple hecho de tener una cuenta corriente. Así, los requisitos antes citados que se refieren a la vinculación con el banco (es decir, la capacidad de hacer negocio con usted) son muy exigentes. En general, además de la nómina es habitual tener contratado algún producto financiero para que mantener el dinero siga siendo “gratis”.

Pese a las quejas de organizaciones de usuarios de bancos, sobre todo de aquellos menos favorecidos como los pensionistas o personas en desempleo, en España existe una total libertad de comisiones, por lo que las entidades pueden cobrar cuanto gusten con el único requisito de que se haga público y que se comunique debidamente a los usuarios los cambios en el coste de mantener esas cuentas. El Banco de España confía a la competencia entre entidades que estas comisiones no sean elevadas con la posibilidad de ir a otra entidad financiera.

En la situación actual, todos los bancos se han puesto de acuerdo, casi como un cartel, en elevar las comisiones y tiene su explicación. El negocio financiero de las entidades que consiste en captar barato y prestar más caro se ha visto dañado por los bajos tipos de interés, incluso negativos que rondan por la eurozona. El propio Banco Central Europeo (BCE) con el objetivo de que los bancos presten dinero e impulsar las economías les cobra una parte por los depósitos que las entidades tienen depositados en el banco emisor. Ello, ha llevado incluso a que entidades como BBVA o ING en España estén no solo elevando comisiones sino que además cobran a los clientes que tienen depósitos elevados en sus entidades sin estar fuertemente vinculados.

Hablando en román paladino, y a diferencia de lo que ha ocurrido históricamente, a las entidades financieras no les interesa que tengamos el dinero en el banco. Pese a ello, los españoles mantienen más de 1 billón de euros tanto en cuentas corrientes como en depósitos bancarios, y aunque está creciendo la inversión en fondos, por ejemplo, el dinero prefiere mantenerse parado en los bancos, aunque la inflación ya esté en el 2,7% y, por tanto, restando poder adquisitivo futuro a ese dinero.

Por ello, junio puede ser un mes interesante para cerrar esas cuentas corrientes en las que los españoles no tienen una vinculación con el fin de que no pagar tan elevadas comisiones anuales que para importes pequeños pueden ser realmente dañinas al ver cómo el dinero se evapora por los costes de mantener la cuenta.

Como indica el experto en derecho bancario Fernando Zunzunegui, en todo este movimiento de cuentas corrientes rige el Ius variandi es el derecho del banco a cambiar las comisiones con un preaviso. Ahora bien el cliente en ese plazo “tiene el derecho a cancelar el contrato de forma inmediata y sin penalización alguna”. Un dato a tener muy en cuenta a la hora de poner fin a la relación con el banco. Es frecuente que algunas entidades quieran cobrar una comisión de cancelación. Aunque ésta estuviera prevista en el contrato previo, en el momento que el banco ha cambiado las condiciones de las comisiones previas no podría aplicar esa cláusula al cliente. Por eso si decide cerrar su cuenta esté atento a que el banco no le cobre ninguna comisión final.