La subida de la inflación hasta el mes de mayo del 8,7% más las pérdidas medias de los fondos de inversión en los primeros cinco meses del ejercicio (-5,24%) supone que un inversor en fondos ha visto depreciarse su dinero el 14%. Cierto es que si esos mismos euros estuvieran debajo del colchón de su casa o en el colchón de los bancos la merma de poder adquisitivo sería del 8,7% (solo la subida de los precios). Aunque muchas veces se trate a la inversión como mera especulación, el verdadero objetivo es siempre cubrir al menos la subida de la vida para que con el dinero de año 2015 se puedan comprar las mismas cosas y servicios que en 2022. Habrá que ver lo que pasa hasta final de este complicado año tanto con la inflación (el BCE ha pronosticado una subida media del 6,8%) como con la rentabilidad de los fondos de inversión.

Esto es lo que se viene en llamar tipos reales que no son otra cosa que la rentabilidad obtenida con el ahorro cuando se la resta la inflación. Llevamos ya muchos años con tipos reales negativos no tanto por la inflación que hasta 2021 no representaba ningún problema, como que las rentabilidades han sido muy bajas o negativas en la eurozona. Así, no queda otro remedio que perder dinero, es decir, perder poder adquisitivo del ahorro que economistas muy sesudos explican como un beneficioso movimiento para destruir liquidez en un mundo con excesivo dinero, aunque mal repartido. Algo que, según estos economistas, antes se encargaban de hacer las guerras.

En este contexto resulta muy difícil recomendar activos financieros y vuelven a ser los bienes reales como el inmobiliario los que mejor acaban defendiéndonos de la depreciación del ahorro. También las acciones de las bolsas se podrían considerar como lo más cercano a los bienes reales dentro del sector financiero ya que tras esas acciones hay empresas que ganan dinero y reparten el dividendo entre sus accionistas. Se está, pues, invirtiendo en negocios que según se gestionen y de acuerdo con el contexto económico van bien o mal, ganan más o menos dinero o directamente lo pierden.

Tradicionalmente el mercado inmobiliario tiene un comportamiento errático con la inflación. Lleva su propio ritmo y sus ciclos son distintos al financiero. Así, suele ser frecuente que no actualicen año a año esa inflación. Es decir, no la incorporan en el precio, pero al cabo del tiempo y de golpe suelen recoger todas las inflaciones generadas con un salto sorprendente en sus precios. Así fue en España durante las altísimas inflaciones de la crisis del petróleo de los años setenta y buena parte de los ochenta. Unas crisis que ahora sirven de referencia para muchos análisis, dado el componente energético de esta difícil situación que atravesamos. Los precios no subían pero pasados unos años se producía un alza brutal e inesperada.

Las cifras de evolución de la rentabilidad de los fondos de inversión a mayo son bastante decepcionantes. En el año se pierde de media ese 5,24% antes mencionado, pero son productos que se venden con un horizonte de medio y largo plazo, y en esos periodos también llega la decepción. El mejor dato aparece si tomamos un plazo de tres años ya que la rentabilidad anual media de los fondos ha sido del 1,89%, insuficiente si vemos lo ocurrido en 2022, pero aceptable si comparamos las inflaciones en los dos años anteriores. Si aumentamos a cinco años la perspectiva, la cosa se pone peor ya que los fondos se han revalorizado un 0,87% anual, recogiendo todas las categorías (básicamente de acciones, bonos y sus variantes). En 15 años de plazo, la ganancia anual del inversor en fondos ha sido de media del 1,46% y en 20 años un exigüo 1,91%. Porcentajes a los que descontar la inflación acumulada en tan largo periodo. Se salvan un poco los fondos contabilizados a plazo de 10 años que acumulan una subida anual del 2,43% y de estos, los mejores aquellos que colocaron el dinero en acciones con rentabilidades anualizadas entre el 11% y el 7%.

Aunque este año está siendo excepcionalmente malo, los datos de los fondos y el inesperado comportamiento de la inflación solo han hecho buenos a los fondos de Bolsa y eso sí, con mucha paciencia.