Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), insinuó esta semana que los tipos de interés –ahora en el cero por ciento- comenzarían a subir en el mes de julio, justo después de que terminen los programas de compra de bonos públicos y privados que el banco central ha realizado para animar la economía europea en tiempos de Covid y que reforzaron los que ya llevaba a cabo.
A diferencia de la Reserva Federal estadounidense (FED) que simultanea la subida de tipos con la retirada de compras de bonos, el BCE ha optado por acabar primero las compras (junio) y luego dar por terminado el tipo cero (julio). Estos anuncios que pretenden atajar la elevada inflación ya han tenido consecuencias sobre las rentabilidades de la deuda europea a largo plazo. Alemania dejó el tipo negativo del bono a 10 años y ha llegado a rentar el 1%, España superó el 2% e Italia alcanzó el 3%. Bien es cierto que en esta semana se han moderado un poco las subidas pero ahí están, muy por encima del comienzo del año.
Y en esta situación vuelven las llamadas primas de riesgo que diferencian entre las deudas de unos y otros países dentro de la eurozona. Algo, que ya ocurría antes pero dentro de un contexto de rentabilidades bajísimas o negativas, pero que ahora se acrecienta. Hasta ahora, todos los países, incluso los periféricos con Italia y España a la cabeza, tenían asegurada la compra de bonos por parte del BCE, pero eso se acaba en un mes y llegan los nervios.
Preocupación por Italia
El país que trae de cabeza a Lagarde es Italia, que cuenta con una deuda sobre su Producto Interior Bruto (PIB) ligeramente superior al 151% (en España es del 118%), y el problema es que esa deuda seguirá aumentando debido a que los déficits públicos siguen creciendo. En el plan de estabilidad de Italia pronostica un déficit público para este año (diferencia entre lo que se ingresa vía impuestos, etc…, y lo que se gasta del 5,6% que se acabará convirtiendo en deuda. Analistas como el banco estadounidense Goldman Sachs apunta a que finalmente el déficit público terminará el año en el 6,4% de su PIB.
La duda es que con una política económica poco austera, con la abundante deuda ya en circulación y con una economía envejecida y de crecimiento modesto, es ¿quién estará dispuesto a comprar la deuda italiana cuando el BCE se retire como comprador? Preocupa el crecimiento italiano que en el primer trimestre de este año fue negativo en dos décimas, mientras que España, por ejemplo, creció tres décimas. Otros países como Alemania también decrecieron en el primer trimestre pero su solvencia y su volumen de deuda están muy lejos de la del país alpino.
Temor a la deuda
El temor a la deuda italiana ya lo refleja el mercado de bonos en su cotización diaria. Actualmente el bono de este país a plazo de 10 años está en el 2,73%, frente al 1,93% de España o el 0,884% que renta el bono alemán al mismo plazo. La presidencia de Mario Draghi, anterior presidente del BCE, y hombre de probado prestigio en el mundo financiero al frente de esta economía no es garantía, de momento, para los inversores como lo evidencian las mayores primas que debe pagar esta economía por financiarse.
Pero ésta es solo la antesala de un fenómeno mucho más grave que se puede producir cuando Lagarde deje de comprar los bonos de los países y encarezca el precio del dinero. Una complicada situación en la que nosotros deberíamos también tomar buena nota.