Lejos queda ya el año 2020, primero de la pandemia mundial, que supuso un terremoto tanto para la sociedad como para el tejido empresarial. En aquel momento, hasta las grandes empresas del IBEX 35 se resintieron ante una situación anómala de la que ni los grandes bancos pudieron escapar. La gran banca -Banco Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Banco Sabadell y Bankinter- cerró aquel año con unas pérdidas conjuntas de 5.527 millones de euros, que se concentraron en los números rojos del Banco Santander (-8.771 millones de euros). Los siete restantes se limitaron a ganar menos que en 2019, algo atípico, cuando acumularon en conjunto 13.600 millones.

El año siguiente volvió a sonreír a las entidades financieras con unas ganancias conjuntas de 19.886 millones de euros, cifra que ascendió en el ejercicio de 2022 a los 20.850 millones de euros. El retorno del Euríbor a valores positivos, sentencia para muchas familias hipotecadas, supuso un influjo que disparó aún más, y continúa haciéndolo, los beneficios de las entidades financieras. “Es lo normal”, repiten y repiten desde los despachos de grandes torres, diciendo que la situación anterior, con datos del Euríbor en negativo, era “atípica”. Sobre la tipicidad de declarar beneficios históricos en 2021 y 2022, no conocidos desde los años de la burbuja inmobiliaria, tan solo han transcendido celebraciones y grandilocuencias.

Que si al tejido financiero de un país le va bien le irá bien al conjunto y, de lo contrario, se hunde todo es un mantra de sobra conocido. Cuando les fue mal en la anterior crisis, víctimas de la especulación, la ciudadanía española acudió al rescate sin ser preguntada ni auxiliada posteriormente. Ahora, las hipotecas, tanto las variables ya constituidas como las de nueva constitución, independientemente del tipo al que están suscritas, se encuentran disparadas en una situación que debe ser típica, pero que lo cierto es que está obligando a muchas familias a elegir entre la comida, la climatización del hogar y el pago de la hipoteca. Más de 300 euros al mes pueden llegar a encarecerse los préstamos, más de 7.000 al año.

Los convencidos de la lógica neoliberal defenderán que, de igual manera que durante la pandemia experimentaron pérdidas -realmente ganaron menos, a excepción del Santander que sí perdió- ahora no puede reprocharse que la coyuntura del mercado les atribuya a los bancos unos beneficios desproporcionados a costa del desgaste de las familias. Pero lo cierto es que esto solo se cumple en el segundo caso, ya que, como ha revelado este lunes ElPaís, el Santander y el BBVA cobraron 1.240 millones de euros procedentes de Hacienda para hacer frente a las pérdidas registradas durante la Covid-19.

Estas dos entidades reclamaron parte de los créditos fiscales que generaron durante la burbuja inmobiliaria y acumulan aún. El banco liderado por Ana Botín solicitó a Hacienda 642 millones de euros y el presidido por Carlos Torres 598 millones. En 2022 este cobro se hizo efectivo, si bien las compañías aseguran que no lo percibirán en efectivo, una de las opciones de las que disponen, sino que los compensarán en los pagos de los siguientes ejercicios fiscales. El conjunto del sector bancario en 2020 pagó en impuestos en 350 millones de euros y Hacienda abonó poco más de 1.200 millones por los créditos fiscales blindados por ley desde 2013. Sin realizar cuentas complejas, salta a la vista que ‘todos’, o eso dice Hacienda que es, perdimos con el cambio.

Reclamación del impuesto a la banca

Beneficios desmesurados y créditos fiscales que salvan los ejercicios de los bancos cuando estos resultan no ser tan halagüeños. Un entramado, calificado como necesario, que propicia que la carga impositiva real que recae sobre las entidades financieras sea muy escasa, más teniendo en cuenta sus cuentas de resultados. Por este motivo, el Gobierno cambió la orientación del tipo efectivo mínimo (18%), pasando a afectar este a la base imponible y no al resultado. Además, desde Hacienda se diseñó un impuesto temporal que gravase a la banca por sus beneficios caídos del cielo, pero esta no está por la labor y lo ha recurrido.

Impuestazo” lo ha llamado este lunes Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, pero lo cierto es que, en suma, prevé recaudar 3.000 millones de euros de la banca en dos años. Una media de 1.500 millones de euros anuales procedentes del conjunto de las entidades, que el año pasado declararon más de 20.000 millones en beneficios. El sector financiero considera injusto este gravamen excepcional, razón por la que la Asociación Española de Banca (AEB) y la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA) presentaron el pasado 15 de febrero sendos recursos contencioso-administrativos ante la Audiencia Nacional. De forma independiente, bancos como CaixaBankBankinter o Sabadell también lo han recurrido.

Santander obtuvo 9.605 millones de euros de beneficio en 2022, BBVA 6.424 millones, CaixaBank 3.145 millones, Sabadell 859 millones, Bankinter 560,2 millones y Unicaja 260 millones. Se suceden los años de beneficios récord y queda atrás el ‘sufrimiento’ de 2020, solventado con peticiones de créditos fiscales; sin embargo, los bancos se niegan a ir más allá de un acuerdo superficial para reducir las elevadas hipotecas, mientras aumentan sus cuentas como consecuencia, y recurren el único impuesto específico diseñado para percibir parte de sus beneficios caídos del cielo. Entre lo típico y lo atípico, la Banca siempre gana.