El economista y presidente de Analistas Financieros Internacionales, Emilio Ontiveros, acaba de publicar el libro ‘Excesos. Amenazas a la prosperidad global’, editado por Planeta, en el que disecciona los efectos de la gran crisis y reclama una reinvención del capitalismo. Entrevistado por ElPlural.com, Ontiveros confía en que Europa puedan solucionar sus problemas internos y hacer frente a los dos grandes gigantes de la economía mundial: EEUU y China.

No ve una nueva crisis en ciernes, sólo una desaceleración a nivel mundial. En el caso concreto de España, está convencido de que no vamos a llegar a una recesión. “No hay ningún analista que diga que la economía española va a crecer menos del 1,5% el año que viene, y eso es una tasa aceptable”, tranquiliza. En cualquier caso, añade, si volviéramos a vivir una crisis, contamos con “mejores mimbres y fundamentos” para hacerle frente.

Entre los nubarrones que vislumbra está Donald Trump. En su opinión, el presidente de los EEUU es una clara amenaza para la economía de su país y la de todo el mundo. Y en el horizonte de España, asiste con temor al ascenso de la extrema derecha. “Es una amenaza a la verdad, a la racionalidad y a afrontar el tratamiento de los problemas de forma objetiva. Todo lo que sean mecanismos de exageración, basado en el desprecio, el odio o el rechazo a otro es algo peligroso”, asegura.

"Debe haber una fiscalidad más racional y justa, lo defienden incluso grandes empresarios"

Su libro, de alguna manera, es optimista y concluye que nada está perdido, al menos en este momento. ¿La regeneración del capitalismo que reclama equivale a lo que algunos expertos se refieren como reinvención del capitalismo?
Es un término más modesto que el que acuñó Sarzozy, que fue el primero que habló de reinvención del capitalismo. Yo apuesto más por tratar de actuar donde ya hemos visto que es necesario actuar y hay un amplio consenso. Por ejemplo, sobre una fiscalidad más racional y justa. Esto ya no es una cuestión de opciones políticas, hemos visto a grandes empresarios, sobre todo en EEUU defendiendo una fiscalidad un poquito más progresiva, más justa y más cuidadosa con el medio ambiente. Cuando estaba el libro prácticamente entregado, la asociación empresarial más tradicional de EEUU, Business Roundtable, sale y dice, ‘bueno, la falta de confianza de la gente en el sistema nos debe llevar a reconsiderar el objetivo de las grandes empresas, no debe ser ya satisfacer a los accionistas sino atender a objetivos más amplios’. También lo ha hecho el fondo Black Rock, que es el principal gestor de activos financieros, que ha advertido de que va a observar muy de cerca dónde invertir o desinvertir en función del comportamiento socialmente responsable de las empresas.  Esto no lo dice un líder de izquierdas. ¿Qué quiere decir? Ya hay sectores amplios del propio sistema que están viendo las orejas al lobo y tratan de definir líneas de actuación.

Cada vez son más los directivos y foros en los que se reclaman prácticas empresariales socialmente responsables, pero la ciudadanía no lo percibe como una realidad.
Sí, genera cierto escepticismo y se considera que, en algunos de los casos, no responde a un convencimiento total, sino a decisiones casi de marketing. Pero yo creo que es irreversible. Cuando el presidente de un banco, los 180 altos ejecutivos de las 180 mayores empresas de los EEUU dan este paso es porque han visto que es la única forma de conseguir algo de respaldo, algo de confianza.

Todos excesos que se cometieron desembocaron en la gran crisis de 2008, que llevó a un grado de distanciamiento, incluso de los muy jóvenes, del sistema. Y no me refiero sólo a los muy ideologizados, sino a gente normal a la que no le convence cómo funciona el sistema.

"La gran crisis supuso casi una enmienda a la totalidad del sistema y el sistema está reaccionando"

El sistema, sobre todo a los más jóvenes, no les da respuesta ni futuro.
Claro. Pero no son sólo los jóvenes que no tienen empleo, a los que sí lo tienen, tampoco les gusta. No están de acuerdo con el excesivo incremento de la desigualdad, con las diferencias de género o con el daño al planeta.

Estamos viendo ya el activismo de los jóvenes a los que les ha ido bien en las Juntas Generales de las empresas, en las que miran cómo se han hecho las cosas y, a la hora de invertir, eligen empresas con un programa socialmente responsable. Efectivamente, esta crisis supuso casi una enmienda a la totalidad del sistema y el sistema está reaccionando. Quizá lentamente, pero no hay vuelta atrás.

"Trump es una amenaza par EEUU y el conjunto de la economía mundial"

¿Es Trump una amenaza a este nuevo orden mundial?
Sí. Las decisiones que ha tomado han sido inequívocamente adversas, para el conjunto de la economía mundial y, como estamos viendo ya, para la economía estadounidense. Sin necesidad de entrar en detalle, el denominador común de todas ellas es la desautorización del gobierno global que nos habíamos dado en todo el mundo no sin esfuerzo. Teníamos unas instituciones multilaterales, mejores o peores, pero ahí estaban, destinadas a gobernar la globalización, la interdependencia económica entre los países, que es objetivamente buena. Es bueno que las mercancías circulen entre Bolivia y Europa, entre Europa y Asia y también que circule la gente y los capitales, desde donde sobra hasta donde falta.

Ese unilateralismo con el que se está conduciendo la política americana es objetivamente mala para todo el mundo. Ahora que entra en un año electoral y que ve cómo el ritmo de crecimiento de su economía se está agotando, es posible que Trump revierta algunas de las decisiones tomadas.

"Ahora que entra en año electoral, es posible que revierta algunas de las decisiones tomadas, como la guerra comercial con China"

¿Qué tipo de decisiones?
Los aranceles de su guerra comercial con China, el boicot a empresas digitales de este país y la oposición a que haya empresas extranjeras, en este caso chinas, cotizando en las bolsas estadounidenses, además de su obsesión con las exportaciones de automóviles desde Europa a EEUU. No lo puedo garantizar porque es un hombre impredecible y depende mucho de los tuits que envíe cada mañana, pero me da la impresión de que Trump se ha dado cuenta de que los dividendos de ese populismo basado en el proteccionismo, comercial y tecnológico, no le está dando mucha rentabilidad. No es consciente de que las empresas de su país están muy interrelacionadas con las de otros países, China incluido. El mundo en estos 30 últimos años se ha hecho mucho más interdependiente, para bien y para mal. En el libro se comentan los excesos, que están ahí, pero para bien porque se pueden beneficiar países más desarrollados de ventajas provenientes de países desarrollados.

Esa interdependencia tiene que estar gobernada global multirateralmente. Esa especie de ninguneo que hace Trump a la Organización Mundial de Comercio, que podrá ser mejorable, pero hoy por hoy es el único árbitro que tenemos y que puede reconvenir a China sobre malas prácticas comerciales o a cualquier otro país. Lo que no tiene sentido es que se desautorice desde el primer momento.

¿Sería una buena noticia que los ciudadanos estadounidenses desalojaran a Trump de la Casa Blanca?
Sí, claramente. El balance para la estabilidad mundial no es favorable. Necesitamos a alguien distinto en la primera economía del mundo. La paradoja es que Donald Trump ha estado desautorizando las pautas de gobierno global que las anteriores administraciones norteamericanas habían puesto sobre la mesa.

"No es sano para el sistema económico la ologopolización de la tecnología en manos de los gigantes tecnológicos"

¿Qué papel tiene los gigantes tecnológicos, empresas como Microsoft, Apple, Google, Facebook o Amazon?
stán en el sector más importante para la economía mundial, el sector que está recomponiendo, redefiniendo las hegemonías, y el que ayuda a explicar las tensiones, esa guerra comercial –que si uno atiende un poco más, ve que no es una guerra comercial, es una guerra tecnológica-. Ese sector está protagonizado por empresas estadounidenses, pero también y cada vez en mayor medida, asiáticas y chinas en particular.

La primera consideración que hay que hacer es que hay un creciente poder de mercado concentrado en muy pocas empresas, por lo tanto es razonable velar por el poder de mercado. No es sano para el sistema económico y un exceso que en cualquier sector haya una excesiva concentración empresarial, una excesiva ologopolización, porque hay que aspirar a la libre competencia y en el sector de las tecnologías digitales no lo estamos viendo.

Y hay otra cuestión inquietante. Estamos en un sector que no es el de las mercerías, con todos mis respetos. Es un sector que tiene capacidad de inteligencia y sofisticación analítica  suficiente para entrar en el comportamiento y en la privacidad. Es razonable que las autoridades estén pendientes de la deriva hegemónica de unas cuantas compañías.

Europa viene dando pasos en la dirección correcta, tratando de velar por la competencia y regular en el ámbito de los derechos de las tecnologías digitales. Es en ese ámbito de las tecnologías digitales donde se está lidiando el poder de los próximos años. Y ahí Europa está despistada. Ha regulado bien, pero no tenemos empresas. El pastel se está distribuyendo entre EEUU y China.

"El pastel tecnológico se está distribuyendo entre EEUU y China"

¿Qué puede hacer Europa para sobrevivir frente a la supremacía de EE UU y China?
La primera y absoluta prioridad de Europa es que siga siendo Europa y se detengan las tensiones centrífugas que estamos observando, la desafección que hay en relación al proyecto europeo. Europa tiene que abandonar un cuadro clínico preocupante de estancamiento, de escasa inversión, escasa productividad y escasa modernización en la que está sumida.

Las terapias que se aplicaron para hacer frente a la crisis, basadas en la austeridad a ultranza, fueron erróneas y ahora lo reconoce la propia Comisión. Lo que han hecho es crear una especie de anemia generalizada. Europa está sin pulso. Ha perdido la iniciativa y el liderazgo inversor en los ámbitos por donde se va a distribuir la hegemonía global.

Lo que tiene que hacer Europa es crecer, invertir, aprovechar las condiciones de financiación históricamente favorables que hay y anticipar decisiones de inversión. Eso significa más dinamismo económico, significa estimular a las empresas privadas a que inviertan y significa modernización en última instancia.

Si el resto del mundo ve que es capaz de poner la casa en orden, crecer y dar trabajo a sus ciudadanos, tendrá autoridad, hará valer su historia y mediará o actuará en esa hegemonía bipolar que se está instalando.

Estamos asistiendo a una especie de nueva guerra fría tecnológica en la que no va a haber un telón de acero, pero va a haber un telón digital, ojalá no. Y ahí sería bueno que Europa hiciera valer sus credenciales, pero la principal credencial es que crece, que tiene a sus ciudadanos identificados con el proyecto de integración y que se moderniza.

"Asistimos a una especie de nueva guerra fría tecnológica en la que no va a haber un telón de acero, pero va a haber un telón digital"

¿Haya posibilidades de conseguirlo a pesar del Brexit y los euroescépticos?
Hasta hace poco confiaba en que el Brexit fuera un revulsivo, como cuando en el seno de una empresa o una organización, el resto se apiña más. Es verdad que va a tener, ya está teniendo, un impacto adverso en conjunto, fundamentalmente en el corto y el medio plazo, frente a ello, Europa debería asumir que está habiendo un retraso frente al resto de las potencias.  Al mismo tiempo, hay un grado de insatisfacción, distanciamiento y de cierto euroescepticismo, que tiene que ver con los resultados. Curiosamente, a España no le ha ido mal, porque es de los países a los que la estancia en el euro le ha sido rentable, pero hay otros vecinos a los que no. Nos estamos haciendo todos más viejos, nos estamos japonizando pero sin las grandes ventajas de Japón, sobre todo tecnológicas.

Europa debería hacer de la necesidad virtud e invertir, no gastar, invertir en esa transición energética pendiente, en esa transición digital pendiente.

"No hay ninguna recesión en ciernes, sólo desaceleración en todo el mundo, incluida España"

¿Estamos en desaceleración o recesión? Hábleme tanto de España como de forma global.
No hay ninguna recesión en ciernes. Los indicadores estadísticos no dicen nada de eso. Lo que sí están diciendo es que el conjunto de la economía global se ha desacelerado, sobre todo las economías importantes. Eso no quiere decir entrar en territorio de crecimiento negativo que sería la recesión. EEUU va a crecer menos, Japón ya no puede crecer mucho menos, va a crecer muy poco, China va a crecer menos, pero va a seguir creciendo más de un 5% -¡quién lo pillara!-, y Europa también, en particular la Eurozona y el Reino Unido. Lo más inquietante de la Eurozona es que la locomotora, Alemania, es la que más ha estado coqueteando con la recesión. No ha entrado técnicamente en recesión pero está creciendo al 0,5.

La economía española es la que está creciendo más de la Eurozona, pero no se va a mantener ajena a la desaceleración. Este año 2019 tendremos un ritmo de crecimiento del 2% y el año que viene vamos a caer de forma significativa hasta ritmos del 1,6%-1,7%. El Gobierno dice algo más, pero no hay ningún analista o institución internacional que diga que la economía española va a crecer menos del 1,5% el año que viene. Es una tasa aceptable. Sobre todo porque la economía española afronta esta desaceleración con mejores mimbres y fundamentos que en la anterior.

"No hay ningún analista o institución internacional que diga que la economía española va a crecer menos del 1,5% el año que viene"

Por ejemplo, el endeudamiento privado, el de las familias y el de las empresas es menor.  Las empresas exportan mucho más de lo que exportaban antes. Una de las grandes sorpresas que nos hemos llevado es que España ha pasado de ser el país con mayor déficit en su balanza de pagos a tener un ligero superávit en la balanza por cuenta corriente. No hay inflación. Es verdad que el déficit público es algo superior a la media, pero es del 2% y va en una senda de descenso. Creo que hay fundamentos para afirmar que la capacidad de resistencia que hoy tiene la economía española a vientos malos provenientes del exterior, es mayor. Hay otro elemento importante, que es la solvencia actual de la banca, que no tiene nada que ver con la que tenía en 2008.

"La economía española afronta esta desaceleración con mejores mimbres y fundamentos que en la anterior"

¿Algo hemos aprendido de la crisis?
Hemos aprendido todos y, sobre todo, hemos mejorado la especie. Hay una cuestión importante que hay que tener en cuenta. España es uno de los países con más credibilidad europeísta. Quizás sea porque no hay ningún partido político en el Parlamento que haya cuestionado la pertenencia al euro o el cumplimiento del pacto de estabilidad y crecimiento. Si uno revisa los parlamentos europeos, en todos hay grupos o grupúsculos que son manifiestamente euroescépticos.

En el pacto entre Podemos y PSOE hay un punto que dice ‘cumpliremos todas las condiciones de estabilidad exigidas por Europa’.

España es un buen vecino dentro de la comunidad de vecinos. La deuda está cotizando al mínimo, la prima de riesgo está baja… Este país es un país maduro, que cumple las reglas. Con independencia de que llevemos cinco años con gobiernos interinos, es un país que funciona. Lo que no quiere decir que no sea bueno tener un gobierno estable, pero ha madurado.

"El nuevo Gobierno debería transmitir confianza sobre la viabilidad del sistema público de pensiones y armar un consenso para que no se convierta en arma arrojadiza en la contienda electoral"

¿Qué recomendaciones haría al nuevo Gobierno?
Lo más importante es reforzar el compromiso europeísta. La Eurozona ha sido una especie de red de seguridad y los compromisos de estabilidad. Muchas veces les digo a mis alumnos ‘qué hubiera ocurrido si la crisis de 2008 nos pilla fuera, sin el respaldo del primo de Zumosol, que fue el respaldo del Banco Central Europeo’. Es lo que ha permitido que los tipos de interés estén abajo, que tengamos una deuda pública elevada, pero digerible. Las familias eran las más endeudadas de Europa en 2008.

Hay un segundo ámbito que se tiene que abordar, que es transmitir confianza sobre la viabilidad del sistema público de pensiones. Eso requiere armar un consenso entre todas las fuerzas políticas para que no sea un arma arrojadiza en la contienda electoral. El sistema público de pensiones está garantizado por el Estado. La Seguridad Social es parte de ese mosaico que es el Estado. Es bueno que esto forme parte de un amplio consenso.

Quizá, se tiene que tocar la financiación autonómica y se tiene que revisar un poco para corregir los desequilibrios y los déficit que estamos viendo en las prestaciones

El corto plazo no va a ser grandes alegrías presupuestarias. España ha salido hace poco más de un años de un procedimiento por déficit excesivo que afortunadamente se redujo, del 3 al 2% actual. Sin embargo, todavía para Bruselas supone una señal de alerta. Vamos a encaminarnos en la senda normal de Europa y luego sí, prioricemos decisiones de inversión que tengan que ver con la modernización, con la igualdad de oportunidades y la alabetización digital.

"Es poco racional y poco sensato hablar de bajada de impuestos"

¿Hay margen para la bajada de impuestos, como prometió por ejemplo el PP durante la campaña electoral?
Es poco racional y poco sensato hablar de bajada de impuestos. España tiene una presión fiscal media algo inferior al promedio de Europa. No tenemos el problema de Francia, Suecia o Alemania, donde los impuestos son muy elevados. Lo que tenemos es un problema de insuficiencia en algunas dotaciones, como inversión en conocimiento, en I+D, etc. No, no es prioritario bajar impuestos ahora.

¿Sería conveniente derogar la reforma laboral o modificarla?
Derogarla tal cual, no creo. Entre otras porque sería un pretexto para que se organizara otra vez ruido. Pero sí capitalizar la experiencia y ver cómo ha funcionado.

La precariedad es enorme. Quizá haya que poner algún límite a esa especie de despido generalizado y flexibilidad en el despido.

De la misma forma que hemos observado empíricamente que la elevación del salario mínimo no ha sido perjudicial, se podrían establecer otras medidas, sobre todo políticas activas de empleo.

No podemos tener a las personas, en aras de una flexibilidad del mercado de trabajo, en vilo permanentemente, como diría mi madre.

"La presencia de inmigrantes es una necesidad, tanto en España como en Europa en general"

¿Teme el ascenso de la extrema derecha, en España los tenemos ahora presentes en el Parlamento con mucha fuerza, y en Europa también están en ascenso? ¿Supone una amenaza?
Sí, es una amenaza a la verdad, a la racionalidad y a afrontar el tratamiento de los problemas de forma objetiva. Todo lo que sean mecanismos de exageración, basado en el desprecio, el odio, el rechazo a otro… es algo peligroso.

La dinámica en la que está inmerso el sistema económico está basada en la interdependencia, en la aceptación de la movilidad y en la aceptación del otro. Hay aspectos como la xenofobia o el rechazo al emigrante que son peligrosos. Además, aclarar que la presencia de inmigrantes es una necesidad, tanto en España como en Europa en general. Somos el país que está envejeciendo más rápidamente y crecimos tan bien hasta el 2008 gracias a 5 millones de inmigrantes, de no españoles que vinieron a trabajar. Si ellos no habríamos podido inflar la hucha de las pensiones, hasta aquellos 60.000 millones que tuvimos en plena época de crecimiento, ni podríamos haber liberado a la mujer española y su incorporación al mercado de trabajo. Está fuera de toda duda que la inmigración contribuyó a aumentar el valor de la mujer en el mercado laboral, como corroboran dos tesis doctorales que conozco muy bien.

Esa exageración de la extrema derecha xenófoba no es buena ni sana. La tolerancia y la aceptación de la movilidad internacional se ha demostrado que es un atributo cultural y generador del progreso. Es irracional oponerse.