La década pasada ha sido una década prolífica en la elaboración de recomendaciones de política económica en nuestro país: la profunda crisis de los años 2008 a 2014 abrió la puerta a numerosas interpretaciones de los males patrios y la manera de abordarlos, que dieron lugar a una prolífica industria editorial vinculada a este nuevo arbitrismo.

No faltó nadie a la cita de prescribir lo que España necesitaba. En buena medida, gran parte de las recomendaciones avanzaba en la misma dirección, pero en otros casos, las ideas económicas que se planteaban en los diferentes libros, informes y publicaciones varias eran no solo no eran compatibles, sino incluso contradictorias. Es razonable que sea así, pues la economía, como cualquier otra profesión y disciplina, está atravesada de numerosos condicionantes ideológicos, sociales y culturales.

Mientras había quien ponía el énfasis en la desigualdad, otras obras la ponían en la competitividad o en la productividad. Mientras unos libros abordaban el problema de nuestras instituciones, otros se centraban en las políticas concretas. La irrupción de la nueva política, vinculada a Podemos y Ciudadanos, que ampliaron la oferta electoral de nuestro país, requirió también de presentaciones de textos, muchos de ellos dirigidos a plantear los elementos básicos de los proyectos que se presentaban a las elecciones. Se trataba sin duda de un momento de amplio debate centrado en las políticas públicas que podrían modernizar nuestro país y mejorar sus perspectivas a largo plazo.

Sirvió este período también para evidenciar la irrupción, en el debate público, de una nueva generación de economistas, formados en gran parte en programas de postgrado en universidades de Estados Unidos, Francia o Reino Unido, y que estaban a punto de terminar sus doctorados o lo acababan de hacer. Una nueva generación que tomaba el relevo a catedráticos, directores de servicios de estudio y a profesionales, mostrando las características de la nueva economía: basada en métodos empíricos, más centrada de reformas parciales que en grandes reflexiones sobre la totalidad y respetuosa con la evidencia y con sus resultados. Economistas altamente especializados en un tema que aportaban al debate público sus reflexiones en la frontera del conocimiento económico.

El ciclo de 2015-2018 terminó con la moción de censura y el debate público viró desde los contenidos y orientaciones de las políticas públicas hacia los aspectos institucionales e identitarios, dejando de lado el debate sobre las políticas públicas en sí. La ventana de oportunidad se cerró y muchas de las propuestas contenidas en esa diversidad de libros ha caído, hoy, en el olvido: los libros de reformas económicas y políticas que antes llenaban los estantes de las librerías dieron paso a publicaciones sobre traiciones, rupturas, revisionismos y maldades de unos y otros. En lo que Ramón González Ferriz llamó “la ruptura”, la España de la concordia y la regeneración fundamentada en la política basada en evidencias dio paso al ruido y la furia, la trinchera y el olvido de las políticas para centrarnos en la Política.

La salida de la crisis del COVID y la puesta en marcha del Plan de Recuperación abrieron brevemente el ciclo de reflexión sobre las políticas públicas, en la medida en que ese plan requería de un compendio de inversiones y reformas, que, en buena parte, bebían de esas reflexiones: hoy, el ecosistema de las políticas públicas en nuestro país, y el uso de la evidencia dentro de las mismas, ha mejorado notablemente. El último informe del Centro de Investigaciones Conjuntas de la Comisión sobre el ecosistema español de Ciencia en las Políticas públicas señala importantes avances en este sentido: hoy se desarrollan políticas experimentales de manera asidua, se ha creado la oficina de ciencia en el Parlamento, el CSIC ha lanzado su serie de ciencia para las políticas públicas, y se han aprobado leyes de evaluación de políticas públicas y planes de transferencia de conocimiento. Se avanza, aunque no lo parezca, entre el ruido y la discrepancia, en un movimiento transversal para incorporar la evidencia al diseño y gestión de las politicas públicas.

En este contexto, ajeno de algún modo al momento político, se acaba de publicar el libro 'Un País Posible', coordinado por Toni Roldán, Jorge Galindo, Lucas Cortázar y Teresa Raigada, todos ellos miembros de Esade EcPol, y todos nacidos en los años ochenta. El libro recoge parte de los debates desarrollados en el centro de política económica de ESADE, apuntando al uso de la evidencia en elementos como la educación, la transición energética, o las políticas sociales. No es un atlas de lo que “hay que hacer”, sino una cata de lo que se podría hacer, y eso es muy de agradecer tras los excesos arbitristas de la última década, que pecó, en algunos casos, de cierta soberbia.

El libro recoge contribuciones de algunos de los mejores científicos sociales de las últimas generaciones, como Mónica Martínez Bravo, Sandra León o Manuel Hidalgo; economistas más recientes que darán que hablar -como Marta Suárez Varela o Carlos Victoria- y una serie de “espaldas plateadas” que llevan ya muchos trienios a sus espaldas, como Mas Colell o Juan Francisco Jimeno. No están todos los que son, y no podría ser de otro modo: una antología -y un libro coral no deja de serlo- es, a su vez una teoría, una manera de acercarse a una disciplina. Pero si son todos los que están. Si alguien quiere repasar dónde se sitúan los trabajos de orientación de las políticas públicas de la cohorte más reciente de científicos sociales, este libro es un buen punto de partida.

No es el único libro que abordará los temas clave de nuestra economía mirando hacia el año 2030: en las próximas semanas se presentarán otros libros, como el que está preparando el colectivo Economistas Frente a la Crisis, con idéntico carácter coral pero con una visión notablemente diferenciada. Está bien que, por debajo del radar del ruido y los debates, a veces muy estériles, se sitúen propuestas sosegadas, sólidas y fundamentadas, sobre cómo desarrollar nuestras políticas económicas y sociales, elaboradas por una nueva generación. Aunque sea para no estar plenamente de acuerdo con ellas.