El Banco de España ha analizado la situación a medio plazo del país, llegando a la conclusión de que habría que avanzar, incluso más rápido de lo previsto, en la transición ecológica europea para que los costes de la energía no influyan en la competitividad ni impacten negativamente en el tejido industrial. Aunque también ha advertido sobre los posibles desafíos tecnológicos, las posibles nuevas dependencias externas y otros retos para el mercado laboral que supondrá este proceso.

El organismo apunta a que las bases sobre las que se tiene que apoyar el proceso de transformación energética, como las distintas iniciativas englobadas en el contexto del Pacto Verde Europeo y los programas 'Next Generation EU' (NGEU) y RePowerEU.

"En cualquier caso, y a pesar de estas iniciativas, alcanzar los compromisos asumidos, sigue suponiendo un desafío de una extraordinaria envergadura", ha advertido la institución en el informe. En este sentido, el Banco de España ha apuntado que la reducción de la dependencia energética exterior de la UE y la transición ecológica exigirán, en las próximas décadas, el despliegue masivo de fuentes de energía renovables, mejoras adicionales en materia de eficiencia energética y un mayor desarrollo de las infraestructuras de interconexión energética dentro de la UE.

Esto supondrá importantes desafíos en distintos ámbitos, ya que algunas tecnologías verdes se encuentran aún en un estado embrionario, es decir, poco desarrolladas; o bien, tienen un coste que no resulta competitivo en términos comerciales.

Además, el Banco de España señala que este proceso de transformación también provocará un incremento sustancial de la demanda de algunas materias primas -como el itrio o el lantano, que son denominados como ‘tierras raras’- que escasean en el territorio de la Unión Europea, lo que podría dar lugar a nuevas dependencias externas de terceros países.

Falta de cualificación para los empleos ‘verdes’

Además, existe otro problema en el mercado laboral. A pesar de que el empleo aumentó un 65% en el sector de bienes y servicios medioambientales, el número total de trabajadores continúan siendo pocos para las ofertas a cubrir.

En este sentido, algunos estudios apuntan a que las oportunidades formativas necesarias para llenar estas nuevas vacantes 'verdes' no están creciendo lo suficientemente rápido, lo que podría acabar limitando la velocidad del proceso de transformación energética.

"Para avanzar en la transformación energética de la economía, también será fundamental que la respuesta de las políticas europeas a la crisis actual sea ágil, aporte certidumbre y evite que la transición ecológica acabe provocando una pérdida estructural de competitividad para nuestro tejido productivo", ha afirmado el organismo.

Por ello, el Banco de España considera que se requerirán avances más decididos en la financiación común de estos bienes públicos para la UE, por ejemplo, a través del establecimiento de una capacidad fiscal permanente a escala europea. En todo caso, remarcan que, sin la participación activa del sistema financiero, no será posible canalizar, de forma eficiente, el cuantioso volumen de recursos que se requiere para abordar la transición ecológica.

La gran oportunidad para la Economía española

No obstante, el Banco de España hace hincapié en que a pesar de los retos estructurales que plantea la culminación del proceso de transición ecológica, el impulso de las energías renovables puede suponer una enorme oportunidad para la economía española ya que el país se encuentra entre los mayores productores de energía eólica y el primero en energía solar. Además, cuenta con un sólido tejido empresarial puntero en el sector.

La guerra en Ucrania ha puesto de relieve las extraordinarias vulnerabilidades que la particular configuración energética de la Unión Europea implica para todos sus Estados Miembros. Las fuentes de energía renovables han ido incrementando su peso en el 'mix energético', si bien los combustibles fósiles constituyen todavía la fuente principal de energía.

España destaca por un mayor uso relativo del petróleo, que refleja, principalmente, el elevado consumo del sector del transporte en el país. De su lado, la dependencia energética externa de España y la Unión Europea ha aumentado en las últimas décadas y es mayor que la de las principales economías mundiales.

Así, comparada con el conjunto de la UE, España es más dependiente de terceros países por lo que respecta a las compras de energía, aunque sus importaciones están más diversificadas entre distintos proveedores.

Otros aspectos contribuyen también a que los mercados de la energía en la UE muestren un comportamiento muy heterogéneo entre países. En concreto, el Banco de España apunta a que existen diferencias muy significativas entre países en el proceso de traslación de los cambios en los precios mayoristas de la electricidad a los precios minoristas.

El peligro de la pérdida de competitividad

La crisis energética derivada de la guerra de Ucrania ha hecho que los precios de la energía han aumentado de forma mucho más acusada en la Unión Europea que en el resto de las economías mundiales. Así, el organismo advierte de que, si estas dinámicas se consolidaran, previsiblemente, el consumo de energía en la UE seguiría reduciéndose, pero sería a costa de una pérdida significativa, y posiblemente estructural, en su tejido industrial.

En este sentido, avisa de que si el aumento de los costes energéticos en la UE con respecto a los del resto del mundo que se ha observado en la crisis energética actual persistiera, se produciría un descenso apreciable de la producción industrial europea, que se sustituiría por importaciones, especialmente en los sectores productores de insumos intermedios, como la metalurgia, los productos químicos, los papeleros y los plásticos.