Hasta las tres de la madrugada, transcurridas doce horas desde su inicio, hubo que esperar para conocer las conclusiones que los Veintisiete habían alcanzado en el seno del Consejo Europeo. Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, fueron los encargados de dar cuenta de los puntos de encuentro alcanzados en materia de energía. Satisfechos y con un tono de celebración, ambos líderes ensalzaron las líneas marcadas en la reunión, pero la realidad es otra: un nuevo acuerdo de mínimos después de meses de reuniones.

“Es un acuerdo extremadamente importante que demuestra una fuerte determinación, compartida unánimemente, para actuar juntos a nivel europeo para hacer bajar los precios, garantizar el aprovisionamiento y reducir la demanda", aseguraban. No obstante, el documento redactado dista mucho de ser una estrategia común que combata la crisis energética que atraviesa Europa. Coinciden los Veintisiete en destacar la necesidad de definir una estrategia común, pero un pequeño sector, encabezado por Alemania, se mantiene reticente a intervenir el mercado gasista europeo.

Estamos sufriendo mucho, tanto las familias, como las industrias y las empresas. Desde España creo que tenemos la legitimidad de decir que llegamos tarde, pero nunca es tarde si la dicha es buena y creo que la dicha es proteger a nuestra economía frente a un chantaje fundamentado en un propósito bélico para debilitar el proyecto europeo que representamos”, advertía Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en los momentos previos al comienzo del Consejo. En la misma línea, Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica, se ha mostrado decepcionada y ha señalado que “estamos viendo esta situación tan paradójica, Europa va más deprisa que nunca, pero tenemos la impresión de que no es lo suficiente”.

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Sin embargo, parece que la urgencia de la crisis energética, la llegada del invierno, el triunfo de las medidas implantadas en España y Portugal y el apoyo mayoritario de los socios europeos no son suficiente para que Alemania, uno de los países más afectados por la falta de gas a causa de los cortes rusos, dé el visto bueno para intervenir el mercado energético común. De su lado, los inseparables Países Bajos y un batiburrillo de países nórdicos y bálticos. Del lado ibérico, la gran mayoría de los miembros, con la presidenta de la Comisión Europea entre ellos.

Mientras la caída de las temperaturas y la necesidad de calefacciones se acerca, en Bruselas se suceden reuniones desde hace meses que juntan a ministros de Energías y presidentes de Gobierno. El Ejecutivo español tiene cubiertas las espaldas con sus políticas domésticas, que reciben los halagos internacionales, pero la Unión no acaba de implementar. "Tenemos los datos de España y Portugal y podemos hacer un modelo europeo. Merece la pena considerarlo, examinar los detalles y ver si se puede aplicar a una escala mayor […] El modelo de España y Portugal ha servido para reducir el precio de la electricidad”, aseguraba von der Leyen el día anterior al encuentro.

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Este conjunto de evidencias y apoyos no parece ser suficiente para una Europa poco acostumbrada a llevarle la contraria al gigante alemán. Aun así, la poca profundidad de lo plasmado en el papel no ensombrece la reafirmación que se ha producido sobre el camino a seguir. El debate se ha centrado en tres ejes: el tope al precio del gas, la extensión de la excepción ibérica y un mecanismo de compras conjuntas de gas. La ministra de Transición Ecológica española ha destacado de lo acordado que “se entiende que el problema es el precio del gas y Europa debe hacer valer su peso relativo en los mercados” y “Europa reconoce que hay que diferenciar entre el precio del gas y el precio de la electricidad”.

Mínimos alcanzados

Los Veintisiete han alcanzado un acuerdo referido al desarrollo de fórmulas que permitan al conjunto de países reducir el precio de la energía, momento en el que se ha introducido la posibilidad de topar el precio del gas; cómo desintegrar el precio de la electricidad con el precio del gas, a raíz de lo que ha surgido el debate en torno a extender la excepción ibérica a nivel europeo; y crear un sistema de comprar conjuntas de gas que, a su vez, también posibilite un refuerzo de la posición Europea, al ser conjunta, y abarate el precio de adquisición.

Con todo esto, no se ha alcanzado ningún acuerdo firme en torno a materia energética y, nuevamente, se ha emplazado a los ministros de Energía de cada país miembro a desarrollar los aspectos técnicos del acuerdo de mínimo alcanzado. Los titulares de las carteras de Energía, que se reunirán el próximo martes, tendrán que reencontrarse por tercera vez desde que empezó el curso político, para diseñar una estrategia que sea aprobada por todos los países.