Hace unos días escuché que en un programa radiofónico alguien proclamaba a Albert Rivera como “el mejor político que tenemos hoy en España”. Al darse la circunstancia de que, unos días antes, había participado en un debate donde se habló de este político catalán, aun sensibilizado como estaba por el tema, casi llamé a la emisora para dar mi opinión, pero desistí al ver el cariz demagógico que tomaba el asunto.

Como si me persiguiera la sombra del joven político catalán, horas mas tarde leí un post que lo ensalzaba en una red social e hice un sucinto comentario que desató tal polémica que decidí abandonarla por la futilidad de los argumentos que se esgrimían y la vacuidad ideológica de quienes participaban. Fue entonces cuando pensé escribir el artículo que ahora ocupa mi tiempo y, en cierto modo, también me preocupa por las connotaciones populistas que acompañan a ciertos personajes mediáticos.

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