En esta jornada de reflexión, a decir de muchos, poco hay que reflexionar. Todo está escrito en el oráculo demoscópico. En cuanto a resultados, son obvias las victorias de PNV y PPdeG, sin descartar, incluso, récord histórico a favor de sus candidatos. Las consecuencias, son distintas en ambas regiones.

En Euskadi, con la posible subida de Íñigo Urkullu unida a la del PSE-EE de Mendia permitirá vislumbrar, antes de que el domingo termine, un Gobierno de coalición de ambas formaciones. Podría ocurrir que la líder socialista apoyara a los nacionalistas sin entrar en el ejecutivo, como en esta legislatura que concluye.

En Euskadi

Sin embargo, en esta ocasión, es probable la presencia socialista en el Jaurlaritzako Lehendakaria. Idoia Mendia decía esta semana en una entrevista que no lo tiene decidido. Quizás, en su caso, el formar parte o no de las reuniones de Ajuria Enena venga preestablecido desde La Moncloa.

Pedro Sánchez tiene pendientes unos presupuestos y con esa geometría variable que utiliza para negociar con todas (o casi todas) las fuerzas políticas, las heridas 'ideológicas' abiertas son muchas y han que ponerles tiritas, empezando por el País Vasco. El respaldo de los nacionalistas es imprescindible, de la misma manera que para estos, en Euskadi, es fundamental el apoyo del PSE-EE. No se antoja viable una coalición PNV-EH Bildu.

En cuanto al resto de formaciones, al margen de la caída que se espera de Elkarrekin-Podemos, parece que la coalición PP-Cs, con Carlos Iturgaiz a la cabeza, y VOX, no vivirá una jornada placentera, puesto que se espera una bajada para los primeros y la indiferencia para los ultras de Abascal.

En el Fogar de Breogán

En Galicia, siguiendo el guión preestablecido, más de lo mismo. PPdeG arrasa, PSdeG sube ligeramente y se juega la segunda posición con el BNG que asciende de forma notable. El resto mantiene la línea vasca, lo que significa que Podemos (Galicia en Común) bajará, a pesar del tirón de su ministra Yolanda Díaz. Cs y Vox, no lograrán nada.

Pero en el Fogar de Breogán existe una versión que se sale de la escrita, con un Feijóo ganando por goleada, pero sin alcanzar la mayoría. Algunos, incluso, sueñan con que la extrema derecha le quite un diputado al aspirante ‘popular’. A estos últimos, los del establishment galaico les contestan otros: “Que pouquiño coñecedes aos galegos".

Dicen que la jornada de reflexión, esta vez sí, va a tener su importancia. No tanto en lo que se refiere a la elección del partido a respaldar, como a si se va a ir a votar o no. Pensando en esto, cada formación ha marcado su electorado en rojo y a ellos ha dirigido su petición, a veces ruego, de los últimos días para que no falten a las urnas, en los últimos días. El PP a los mayores -voto tradicional fraguiano- y la ausencia de peligro para la salud; los socialistas intentando convencer en las ciudades más grandes en su papel de baluartes progresistas; el BNG, en las pequeñas y alguna capital de provincia presumiendo del ‘país gallego’; el resto, a los que pueden.

En la capital: Madrid

Además de Euskadi y Galicia estas elecciones también se vivirán con intensidad en Madrid. En la capital, Pedro Sánchez tendrá un ojo en el País Vasco, pensando en sus presupuestos, y otro en Galicia, porque si finalmente Gonzalo Caballero no logra el tirón que busca, sería el primer batacazo del presidente del Gobierno tras la crisis sanitaria del coronavirus.

Un mal resultado para el PSdeG sería subir solo uno o dos diputados; el nefasto pasaría por no recuperar la segunda posición tras la caída de Podemos, y que el BNG de Ana Pontón se la arrebate casi en la línea de meta.

En el partido de Pablo Iglesias, alguien tiene que reflexionar. Si se confirman las caídas abruptas tanto en Euskadi, como en Galicia, las explicaciones no pueden demorarse, al igual que la subida de tono de los que se opusieron a entrar en el Consejo de Ministros. Y no se puede descartar que el ‘Caso Dina’ pase una factura aún mayor y la bajada sea todavía más pronunciada.

El que va a salir derrotado, sí o sí, es Pablo Casado. Si Feijóo logra la mayoría absoluta, pierde porque en dos años será explícitamente su rival interno; si no la logra, al ganar de manera holgada llegará antes a Madrid con la vitola de vencedor desprovisto de su cetro por los social-comunistas-nacionalistas. Llegaría a la capital con el cartel de moderado en el pecho.

Y claro, Casado lo tiene muy crudo. A la victoria, la que sea, del gallego es probable que se una el varapalo de Carlos Iturgaiz en el País Vasco. Su apuesta por un perfil más radical y conservador le va a costar también caro al presidente del PP. Así que, si en Santiago de Compostela y en Vitoria observarán la noche electoral con nervios, en un punto de la capital del reino, en la calle Génova, a lo mejor, la dedican a ver los resúmenes de la jornada de LaLiga.