Madrid lleva muy mala racha con sus dirigentes autonómicos. En buena medida se han visto salpicados por la corrupción, las irregularidades y, en algunos casos, también han conocido la prisión. Esas acciones delictivas han sido origen de problemas graves. Uno de los casos es el empobrecimiento de la sanidad pública madrileña frente a un apoyo muy discutible a la sanidad privada.

Con situaciones tan graves como las que estamos viviendo hace muchos meses, la falta de respuesta y la improvisación que muestra la presidenta, Isabel Díaz Ayuso, son inadmisibles. Si el PP tuviera un mínimo de vergüenza ajena la joven mandataria no debería seguir en el puesto.

Cuando Madrid está sufriendo una situación muy grave derivada de la pandemia, que ha provocado en la comunidad la muerte de 15.737 personas y el contagio de 163.465 hasta la fecha, la intervención en el debate sobre el estado de la región de la presidenta de la Comunidad Autonóma, fue de una frivolidad y de una falta de respuesta efectiva que rayó en la dejadez. Ante la inminencia de una huelga de profesionales sanitarios desesperados por el abandono de que son objeto por parte del gobierno autonómico que mira hacia otro lado, cuando se trata de sus circunstancias laborales y de la atención a la salud de los ciudadanos, la presidenta solo fue capaz de presentar parches apresurados. En concreto, una inversión de 80 millones de euros para mejorar las condiciones de la Atención Primaria. Cantidad insuficiente y que deja a Madrid muy lejos de la media nacional, como denunció la oposición.

En el debate anual, Díaz Ayuso anticipó que se resolverían los temas organizativos y retributivos, mejorando las condiciones laborales y que buscará aumentar la plantilla. Promesas vagas y con poca sustancia a decir de las organizaciones del sector que han recordado públicamente, como desde hace muchos años reclaman, resolver la apurada atención primaria.

Infraestructuras lamentables en los centros de salud y malas condiciones profesionales y laborales, es la situación que describen. Y todo esto, cuando en los hospitales madrileños comienzan a preocupar por la saturación de pacientes víctimas del Covid-19 en las UCI y el número elevado de estos enfermos en planta.

Inasequible al desaliento, la presidenta abordó una posible rebaja fiscal del IRPF, leit motiv de su programa electoral y anunció un teléfono antiokupación entre otros planes de parecido calibre. Sus comentarios sonaron en algún momento a campaña electoral: habló de recuperación económica, de creación de empleo y, también lanzó flores a Ciudadanos por haberse mantenido apartados del “deshonor que pretende el PSOE”. Se refería a la propuesta de moción de censura por parte de los socialistas, con la oferta de ceder la presidencia al partido de Inés Arrimadas. El portavoz adjunto del PSOE, José Cepeda, le acusó de vivir alejada de la realidad y remarcó la dependencia del PP respecto a la ultraderecha. “Este será el último debate del estado de la región en que esté usted como presidenta”, remachó la portavoz de Podemos, Isa Serra.