El Partido Popular ha vendido que lo obtenido este domingo 13 de febrero en las urnas es una clara victoria y una derrota del “sanchismo”. Alfonso Fernández Mañueco aseguraba en la pasada medianoche que estaba “muy orgulloso del resultado”, porque han “apostado por Castilla y León” y han “ganado las elecciones”, claro que sin mencionar que su objetivo cuando las convocó era conseguir la mayoría absoluta que le permitiera gobernar en solitario. Mañueco se ha quedado a diez escaños de la mayoría y, aunque ha ganado las elecciones, los resultados no son nada buenos para la formación. ¿Por qué? Para responder a esta pregunta hay que echar la vista atrás.

El Partido Popular lleva gobernando en Castilla y León de manera ininterrumpida desde 1987. Los sucesivos candidatos populares venían cosechando mayorías absolutas que le permitían maniobrar en la Junta a su antojo. En 2015 este panorama cambió, en la última legislatura de Juan Vicente Herrera. Y en 2019 se acrecentó la bajada que todavía continúa dos años y medio después.

Yendo todavía más atrás, hasta 2011, es donde se puede plasmar más el escenario de hegemonía ‘popular’ en Castilla y León, la diferencia es abismal. En este año, el PP de Juan Vicente Herrera consiguió 53 procuradores, con 739.502 votos, el 51,55 %. En los comicios de 2015 ya se empezó a notar este fenómeno de bajada, cuando el PP consiguió 514.301 votos, el 38,68%, lo que le permitió rozar la mayoría absoluta con 42 escaños.

Con la llegada de Alfonso Fernández Mañueco, la caída fue estrepitosa. Tanto que éste obtuvo el peor resultado del PP en la historia democrática de la comunidad, y este domingo ha cosechado el segundo peor. En 2019 el PSOE fue el partido más votado y el PP quedó como segunda fuerza. En este caso, los socialistas se hicieron con 479.9916 votos, el 35,21%; frente a los 433.905, el 31,83%, de los populares.

Tras este resultado y para seguir en la Junta, Mañueco tuvo que formar un Gobierno de coalición con Ciudadanos. Dos años y medio duró este Ejecutivo, que terminó con una abrupta ruptura por parte del PP justificándolo en una supuesta traición de sus socios en otra posible moción de censura.

Una caída que se reafirma

La jugada este 13 de febrero no ha salido como esperaban ni Mañueco ni Génova. Lo han vendido como una aplastante victoria, pero solo han mejorado en dos procuradores sus resultados de 2019 y van a tener que cambiar a Ciudadanos como socio por Vox, que no ha desaprovechado la oportunidad para entrar con fuerza en el arco parlamentario autonómico. Los de Abascal han dejado muy atrás el procurador que consiguieron en 2019 cosechando este domingo 13, y anunciando con ello que no van a dar su apoyo gratis.

Haciendo referencia a los datos en estos últimos comicios, el PP ha conseguido el apoyo en 378.896 votos, lo que representa el 31,43%. A muy poca distancia ha quedado el PSOE, con 362.304 votos, el 30,05%. La diferencia entre ambas formaciones es de 16.592 votos, 1,38 puntos.

Pero haciendo balance desde 2015, la caída del PP es muy notable. Desde entonces, los populares han perdido 135.405 votos, 7,25 puntos. El nuevo escenario que se plantea ahora, otra vez sin mayoría absoluta y con un panorama claramente partido en Castilla y León, Mañueco tendrá que encontrar la formula para gobernar en solitario, aunque la situación pinta muy difícil porque desde Vox aseguran que no le van a regalar su apoyo, y desde el PSOE tampoco. El resto de opciones no le permitirían llegar a los 41 procuradores.