Primeros 100 días del Gobierno gallego y Feijóo ha hecho su particular balance: el inicio de mandato “más intenso de todos los que hemos vivido hasta el momento”. Este lunes, en medio del repunte de casos, la pandemia ha sido la excusa para justificar errores que se achacan a administraciones ajenas, y colgarse medallas por una supuesta gestión modélica de la crisis sanitaria.

En esa valoración del Ejecutivo gallego, una vez más, él y su equipo han sacado pecho porque, según ha dicho, están centrados en la pandemia, “pero tamibén en la reactivación y en la Galicia del futuro: Familiar, joven, verde e innovadora”.

También ha presumido de su transparencia, asegurando que “rendir cuentas es fundamental siempre”. Como si fuera el típico argumentario que las formaciones políticas distribuyen entre sus cargos para que nadie se salga del guion. Eso sí, con una mención a muchas cosas y, en particular, al Xacobeo 2021. La apuesta es clara: “seguirá siendo especial y convertirá la Comunidad en una de las capitales mundiales de la cultura”.

¿Pero todo ha sido de color de rosa en este período? Sin duda alguna, la COVID-19 se lo lleva todo. Sin embargo, observando lo ocurrido entre el final de la legislatura pasada y el inicio de ésta (antes y después del 12 de julio en que se celebraron las elecciones) parece que ha pasado mucho más tiempo.

Antes de los comicios, Feijóo remontó en las encuestas gracias, precisamente a lo que sus seguidores atribuyeron a una “gran” y “modélica” gestión. Era la primera ola y Galicia parecía quedar al margen de los terribles datos que arrojaba en otras regiones. Era el momento de la moderación por parte del máximo dirigente de la Xunta, diferenciándose así de lo que Casado hacía desde la cúpula del PP. Era la época de Cayetana Álvarez de Toledo. Era el momento en el que, habiendo sido Galicia la primera en estrenar la 'nueva normalidad' en todo el país, el alumno aventajado de Romay Beccaría superaba a Fraga en votos, escaños y legislaturas al frente de una Comunidad, bastión 'popular'.

Justo antes de las elecciones, empezaron los primeros rebrotes. Los de A Mariña, y entonces comenzó a hablarse de improvisación por parte de la Xunta. Vamos, las mismas acusaciones que Feijóo y su partido habían lanzado sobre Sánchez y los suyos.

Otra Galicia y otro PP

Tras las elecciones, y después de algunos bandazos en la gestión de la pandemia, como la creación del listado de visitantes del que se liberó, en un primer momento, a los procedentes de la región con más contagiados, Alberto Núñez Feijóo se encontró de lleno con otra Galicia, otro tipo de pandemia, otro país e, incluso, otro Partido Popular.

Otra Galicia porque la de antes de las elecciones era como la aldea gala de Astérix, resistiendo las embestidas de los romanos. Pero la de después, no. La aldea caía y los romanos hacían de las suyas. El presidente de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública y portavoz de SOS Sanidade Pública, Manuel Martín, ya lo dijo a ELPLURAL.COM a mediados de agosto: “No hubo ninguna gestión. La Xunta no ha gestionado absolutamente nada. La única responsabilidad real que tenía era garantizar que las residencias de mayores reunieran las condiciones de personas, protocolos, de cuidadores, de acción frente a epidemias, y no la asumió”.

Tampoco la pandemia es la misma. Para empezar, la segunda ola está en plena ebullición y, a pesar de las advertencias, tampoco Galicia hizo los deberes. Otra diferencia entre esta y aquella ola es que, siendo la misma pandemia, no es igual. Ahora no hay elogios a Feijóo, más allá de los que se afanan en lanzar desde la propia Xunta o los PPs gallegos a través de sus secretarios provinciales y locales. En el resto, ya no hay aplausos.

Presume el presidente de leyes impulsadas, de trabajo frenético, de inversión histórica en los presupuestos de 2021, aunque los sectores básicos siguen con sus protestas. Tal vez el más significativo es el de los profesionales sanitarios, que ya antes de la pandemia venían denunciando los recortes y privatizaciones y que no han dejado de hacerlo. Incluso Europa le ha tirado de las orejas por la alarmante precariedad laboral en la sanidad pública y, en particular, entre el colectivo de enfermería.

tuit feijóo 100 días

A todo lo anterior hay que sumar el más que probable cierre de Alcoa salvo intervención de última hora, las quejas de los sectores pesquero y ganadero o la discusión con Moncloa por el uso del Pazo de Meirás, cuando hasta ahora no había mostrado interés alguno.

Las críticas, sin embargo, son siempre subjetivas. Da igual que los expertos digan que los primeros logros de 'gestión' se debieron más a la propia distribución geográfica de Galicia, su dispersión poblacional y el aislamiento en materia de comunicaciones, porque siempre habrá quienes se muestren disconformes.

Al margen de todo lo anterior, el cambio más pronunciado es el que ha experimentado su propio partido. De su triunfo interno tras la victoria electoral que significó el arrinconamiento de Álvarez de Toledo y un supuesto giro a la moderación, se ha pasado a algo parecido al trumpismo más surrealista encabezado por alguien por la que nadie apostaba, que llegó a la presidencia autonómica de rebote y que ahora provoca dolores de cabeza a más de uno, propios y/o ajenos: Isabel Díaz Ayuso.

No faltan los que le otorgan el papel de nueva lideresa. Más allá de si llegará a superar a Esperanza Aguirre o si ni siquiera acabará la legislatura como presidenta madrileña, lo cierto es que al barón de los barones, el único con mayoría absoluta, aquel al que aclamaban allá por donde iba, le ha cogido a contrapié el éxito -supuesto, porque los datos de Madrid siguen en entredicho- de su homóloga.

Iban una vez un gallego y una madrileña...

Feijóo todavía tiene entre sus planes dar el salto a Madrid. Pablo Casado lo sabe. Con lo que no contaban es con el resurgir estelar, incluso, cómico en ocasiones de Díaz Ayuso. Porque probablemente no han tenido en cuenta que los madrileños de derechas (nuevos o antiguos) necesitan a otra Aguirre o a alguien que se le parezca, y la actual presidenta cumple el papel.

Feijóo no se llevaba especialmente bien con la ex lideresa. Respeto mutuo, dicen quienes estuvieron cerca de ambos. Rajoy, en aquel cónclave valenciano y a pesar de las 'patadas en el hígado' de Aguirre, logró derrotarla.

Ahora se puede repetir la historia de un gallego y una madrileña. Parece el principio de un mal chiste, pero no lo es. En estos cien días, la pandemia ha pasado de ser aliada a enemiga del futuro político del mandamás gallego. Incluso, en algunas de sus últimas intervenciones el de Os Peares ha radicalizado su mensaje. Elogia a Ayuso. Es lo que se lleva ahora en el PP, pero Feijóo todo lo tiene estudiado. Más o menos.