Hace poco, explicaba Sampedro cómo el miedo es una de las palancas más potentes, con las que cuenta el poder para influir en la conducta humana. De esta manera explicaba cómo no se producía un levantamiento ciudadano ante la barbarie que está cometiendo la derecha. Y es que cuando a alguien lo amenazan con que le van a cortar el cuello y al final le cortan un brazo, casi tiene una sensación de alivio, menos mal que sólo me han cortado el brazo…

Pero esta fase tiene su final, cuando ya no hay más que cortar, cuando las personas llegan al límite y las familias están por debajo del umbral de la pobreza.

Y es ese momento en el que la gente empieza a reaccionar y a pedir explicaciones a los que obtuvieron su confianza y están haciendo justo lo contrario de lo que prometía, es decir, mintieron para ganar y ahora se le piden cuentas.

Ese momento en el que la derecha ya saca su verdadera cara y ataca a ciudadanos en general, médicos, docentes, investigadores, creadores, jueces y por supuesto sindicatos. Todos son ya progres y vagos, son enemigos de la estabilidad y la imagen de España.

Y ahora es cuando lanzan la segunda ofensiva, el odio. A través de sus medios afines directamente atacan a todo lo que no está de acuerdo con el nuevo régimen, desde el nivel nacional al local.

Ese odio se ve alimentado por aquello de la conciencia, y es que muchos ciudadanos piden cuentas a los que mintieron, piden explicaciones sobre el desmantelamiento de la sanidad pública, de por qué tienen que pagar los enfermos que usen una ambulancia o por qué se ha tocado lo que era intocable, las pensiones.

Ese recuerdo continuo de la mentira es lo que hace que gente como las ministras Báñez y Mato, no sean capaces de argumentar y sólo se dediquen a atacar. Y es que la conciencia debe apretar mucho cuando una ministra dice que las pensiones son intocables y saca pecho y, justo tres semanas después, le mete las tijeras de podar. Y otra que fue incapaz de ver un Jaguar en su garaje y ahora les cobra a los enfermos crónicos que usen la ambulancia.

La situación no puede ser soportada mucho tiempo, por mucho que se ataque con que se daña la imagen del país. El PP utilizó el drama del paro para ganar votos, aquello de menos impuestos y más empleo y ahora están haciendo todo lo contrario, desde la Villa y corte hasta el pueblo más pequeño donde gobiernen.

Y no es soportable porque el instalar el odio en la sociedad y volver a la división de buenos y malos, según muestren su apoyo, es nefasto para la democracia.

 

* José Joaquín González es Master en Dirección de Comunicación y en Comunicación Corporativa