Lamentablemente el esperpento nacional da para chiquilladas de una anciana y el discutible gusto de estos hermanos. Al anacronismo de la nobleza, le unimos morancos (forma despectiva y racista de llamar a nuestros vecinos del norte de África) y conseguimos que aumente la cuota de pantalla.
Entre Camps y urdangarines hemos elegido mirarnos en la pequeña pantalla para apreciar nuestro sempiterno duermevela.