La estrategia de mano tendida, distensión franciscana y coexistencia pacífica por la que han apostado Juan Manuel Moreno desde la Presidencia de la Junta y Juan Espadas desde el liderazgo de la oposición, aparte de conllevar, como es obvio, muchos más riesgos para el segundo que para el primero, podría indicar que, al menos en Andalucía, los dos grandes partidos han captado el cansancio de una gran parte de los ciudadanos ante la eterna falta de entendimiento de gobierno y oposición no ya en asuntos de Estado en general, sino incluso en asuntos de Estado en principio tan ajenos a la ideología como lo eran ayer la pandemia y hoy el ahorro energético o la lucha contra la sequía.

Milagrosamente, este verano los incendios han quedado excluidos de la lucha partidaria, aunque en este terreno de la instrumentalización política del fuego la derecha siempre aventajó por muchos cuerpos a la izquierda, hasta el punto de llegar a promover causas penales como la del incendio de 2005 en Guadalajara, cuando la entonces presidenta de la Audiencia Provincial Concepción Espejel -más conocida como ‘querida Concha’ y elevada al Consejo del Poder Judicial primero y a la presidencia de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional después- forzó que se investigara a políticos socialistas por supuesta negligencia. La operación fue un fracaso judicial, pues ningún alto cargo llegó a ser procesado, pero un indiscutible triunfo político y mediático: todos ellos se vieron públicamente señalados como sospechosos de no haber hecho nada para evitar la muerte de los 11 bomberos forestales que perdieron la vida intentando sofocar el fuego.

¿Asistiremos a lo largo de esta legislatura de mayoría absoluta conservadora a una especie de ‘Ostpolitik’ a la andaluza, a imitación de la impulsada hace más de medio siglo por el canciller Willy Brandt para normalizar relaciones del Oeste con Alemania Oriental y el resto de países del otro lado del Telón de Acero? Esa parece ser la voluntad explícita de Moreno y Espadas, aunque el líder socialista corre el peligro de ser visto como demasiado blando con un presidente que no lo es en absoluto con el Gobierno socialista de España.

Para ser justos, habrá que subrayar que Espadas comenzó a transitar el camino de santidad panideológica y pandaluza mucho antes que Moreno, que se habría limitado a copiar al secretario general del PSOE-A. Recuérdese que Espadas propuso al PP en 2021 un pacto para sacar adelante los Presupuestos de 2022 cuando Vox se desvinculó de la mayoría parlamentaria que sostenía al Ejecutivo. La oferta de Juan era sincera y, aunque en realidad fue el PP quien rechazó la mano tendida, San Telmo logró imponer su relato de que, en realidad, Espadas nunca quiso acuerdo alguno. Balance final: si hubiera habido acuerdo presupuestario, los méritos habrían sido sobre todo para Moreno; no lo hubo, pero a la postre nadie le reconoció a Espadas el mérito de haberlo intentando.

De nuevo, con la estrategia de diálogo con la oposición, solemnemente anunciada esta semana desde San Telmo, el presidente no tiene nada que perder y mucho que ganar: si alcanza acuerdos de Estado con el Partido Socialista, el principal beneficiario político será él, como lo es cualquier presidente que logra consensos nacionales de cualquier orden; y si no los alcanza, siempre podrá poner en circulación un relato que culpe unilateralmente a Espadas y que será, con toda seguridad, ampliamente difundido por unos medios de comunicación escorados de manera abrumadora hacia el Partido Popular.

No es probable, en todo caso, que el santo Moreno y el beato Espadas vayan a ir mucho tiempo juntos del bracete en el camino de hermandad emprendido por ambos. ¿Alcanzar grandes acuerdos con Juan Espadas por la mañana y machacar sin contemplaciones a Pedro Sánchez por la tarde? Difícil. En política, no es posible practicar con éxito la recomendación evangélica de que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha, y no porque los gobernantes no lo intenten todos los días, sino porque la ocupación y el mandato de la oposición consisten justamente en evitar tal doblez y en denunciarla cuando no lo consigue.