Muchos no necesitamos refrescarnos la memoria con la biografía de Javier Arenas Bocanegra; ni nos confunde verle enfundado en su discreta chupita de campaña; ni sentimos vergüenza ajena cuando nos propone austeridad con unos ingresos anuales de 180.000 euros; ni nos produce zozobra cuando pregona que piensa arreglar la administración andaluza mientras mantiene su puesto de funcionario sin oposición en el Ministerio de Cultura; ni nos sonrojamos cuando da lecciones sobre la Autonomía andaluza, y militaba en el partido que la rechazó; ni que tuviera en su honor ser el primer tránsfuga del Parlamento; ni que insista tras ser rechazado por tres veces por los andaluces; ni tan siquiera que como hombre  en el pelotón de los aznares y rajoyes participara en la trinchera de los gobiernos populares contra Andalucía, su pueblo y su Gobierno.

Lo lamentable es que muchos ciudadanos necesitan que le refresque la memoria para no sentirse seducidos por la banderola que ondea en las farolas de ciudades y pueblos andaluces, en las que Javier Arenas se nos propone como el cambio que Andalucía necesita.

Posiblemente  sirviéndose de  la ignorancia, y la orquesta mediática pueda resistir el casting, desparpajo  y medios no le faltan. Pero con sus antecedentes,  el viejo chiste del vendedor del caballo se nos queda corto a la hora encontrar alguien tan poco apto como para propiciar  algún cambio en Andalucía,  que no sea a la regresión de los tiempos que añoraba cuando se fotografiaba con esa imagen de señorito de casino, lustrándole el calzado.

El Gobierno de Rajoy se queja, que no le han dado los cien días de cortesía debida a todo gobierno entrante, pero no está en los records de otros gobiernos haber actuado peor contra la mayoría de los  ciudadanos y trabajadores, y en menos tiempo, no está el  horno para pedirnos delicadezas. Lo que  nos ocultaban se va  conociendo en forma de decretos, y aún les quedan los presupuestos, que estratégicamente los guardan para después de las elecciones andaluces. Imaginemos por un instante los primeros cien días de Arenas.

Las encuestas van cambiando su inercia, y que conforme se acerque el día 25 de marzo, los sacos de arena, pueden blanquearse con los cubos de cal de una victoria progresista, para seguir profundizando en el cambio permanente  y de verdad que se hace en Andalucía y no en el descarado “cambiazo” que la derecha propone, tan nostálgica como cicatera.

Arenas está servido. Quién lo conozca que lo venda.