Patrimonializar es “hacer que algo pase a formar parte de los bienes materiales o inmateriales que se consideran como propios”. Es justamente lo que está haciendo el Gobierno andaluz que preside Juan Manuel Moreno con la figura del exministro de UCD Manuel Clavero Arévalo, fallecido ayer a los 95 años.

La derecha ha creído encontrar en Manuel Clavero su Blas Infante, el promotor principal y mártir temprano de la autonomía andaluza que fue asesinado por la derecha golpista de 1936 y con cuya figura nunca se sintió cómoda la derecha democrática de la restauración del 78.

El Ejecutivo autonómico ha aprobado hoy una solemne Declaración Institucional en la que lo califica de Padre de la Andalucía moderna, en competencia con la definición que el Estatuto hace de Blas Infante como Padre de la Patria Andaluza.

Bordeando en algún momento los arrecifes de la cursilería aunque sin llegar a estrellarse en ellos –“Clavero fue la luz que guió a Andalucía en las procelosas aguas de la Transición”–, la Declaración reivindica la vigencia del modelo autonómico de ‘café para todos’ que defendió Clavero en contra el Gobierno de UCD del que formaba parte, pero también en contra de la Alianza Popular de Manuel Fraga, rebautizada como Partido Popular en 1990.

De hecho, la oposición más feroz a que Andalucía tuviera una autonomía de primera, homologable a las de Cataluña, Euskadi y Galicia, partió precisamente de la derecha de la cual es continuador y heredero el actual Partido Popular.

Fraga recomendó votar en blanco o abstenerse en el referéndum del 28 de febrero de 1980. “La autonomía no es otra cosa que acercarse a la teta de los sueldos”, se mofaba entonces el fundador de AP, anticipándose en 40 años a las posiciones de la ultraderecha de Vox en materia autonómica.

El texto institucional ha sido presentado hoy por el consejero de Presidencia y portavoz del Gobierno andaluz, Elías Bendodo, que al tiempo que invocaba la figura de Clavero para “nos ilumine y nos guíe”, cargaba las tintas contra los “golpistas catalanes” que pretende indultar el Ejecutivo socialista, entre cuyos planes Bendodo incluye la voluntad de “acallar el independentismo con una lluvia de millones”.

El portavoz también ha anunciado que la sala donde se reúne habitualmente el Consejo de Gobierno pasa a llamarse desde hoy Sala Manuel Clavero Arévalo. El nombre del exministro también es el que desde 2020 lleva una nueva Medalla de Andalucía instituida por el Ejecutivo de Moreno, que ha recordado hoy que su primera aparición pública tras ser investido presidente fue una visita en su domicilio, el 17 de enero de 2019, a Clavero, a quien encontró –desvela ahora Moreno– “ilusionado ante la nueva etapa que se abría en el Gobierno andaluz”.

Un liberal sin herederos

Más allá de las empalagosas hagiografías que han podido leerse a raíz de su muerte, entre las que ocupa un lugar destacado la firmada por Moreno Bonilla con el título de ‘Manuel Clavero, andaluz ejemplar’, la importancia política de Clavero en la definición de la arquitectura autonómica es indiscutible. De hecho, el modelo concebido entonces ha aguantado razonablemente bien durante varias décadas, aunque la deriva independentista catalana arroja hoy no pocas incertidumbres sobre su futuro.

Independientemente del abismo que hacia 1980 lo separaba de la derecha de Manuel Fraga, el profesor Manuel Clavero encarnaba un cierto liberalismo ilustrado, de sesgo conservador pero impecablemente democrático, que no ha tenido herederos institucionales en las derechas españolas.

Nada más alejado del suyo que el talante de un Aznar o un Casado; nada más alejada de su lealtad al país la montaraz actitud antipatriótica del PP en momentos difíciles como la lucha contra la pandemia, la negociación para acabar con ETA o la búsqueda de soluciones viables para Cataluña. Clavero tiene una sala y una medalla, pero no tiene lo que tal vez más le habria gustado tener: sucesores.