El juicio de la caja b del PP podría resumirse, sin traicionar a la verdad, con esta frase: 'Todos mienten'. Todos salvo tal vez Luis Bárcenas, que dice la verdad pero no puede demostrarla porque la banda de los mentirosos que están declarando como testigos le robó las pruebas mediante una compleja operación policial ordenada desde el Gobierno que presidía Mariano Rajoy, registrador de la propiedad y mentiroso mayor del reino.

Hoy no hay nadie en España que no sepa que mienten, ni nadie en el PP que no sepa que cobraron sueldos opacos procedentes de la caja b del partido que dirigían. Lo que ocurre es que ninguno de ellos puede no mentir: se pondrían la soga al cuello si no lo hiceran. Es cierto que un testigo está obligado a decir la verdad… salvo que tenga la certeza de que si miente, nadie podrá demostrar que lo hace.

No sólo no serán condenados penalmente, tampoco lo serán socialmente. Aunque sea indiscutible que tenían montada una sofisticada red de mordidas millonarias a cambio de la adjudicación de obra pública, no tendrán que esconderse de los vecinos de su barrio ni avergonzarse ante sus hijos, sus nietos o su confesor.

Las mentiras más esperadas por el respetable eran las que habría de pronunciar en su declaración judicial Javier Arenas, que no decepcionó a su público. No es que mintiera más que los demás, pero sí con más arte.

A Javier Arenas nunca le faltado arte. Es de esos tipos que quedas con ellos para que te devuelvan los 2.000 euros que les prestaste hace diez años y sales del encuentro habiéndoles prestado, no sabes muy bien cómo, otros 2.000. Y además, con remordimientos por haberles presionado con la antigua deuda y no haberte estirado un poco más con la nueva.

Ha dicho Arenas en el juicio que él no era el único Javier de los papeles de Bárcenas, ni tampoco el único Javier Arenas que había en el PP. Cierto: no es el único Javier, pero nunca hubo en el PP un Javier como él. Ni lo hubo ni lo habrá. El senador y presidente de honor del PP andaluz pensaría, por qué no, que si Rajoy no es ‘M. Rajoy’, él no tiene por qué ser ‘J. Arenas’.

La tesis de Cospedal y otros exdirigentes de que la caja b era de Bárcenas y no del PP es insostenible, inverosímil, una sucia mentira. Debe ser duro ser juez o fiscal en un juicio como este: sabes que los tipos que tienes enfrente te están mintiendo descaradamente, pero no puedes hacer nada para evitarlo ni para obligarles a pagar por sus trolas. Tu única satisfacción es que de vez en cuenta das con un mentiroso con arte como Javier Arenas que dice no ser 'J. Arenas' y eso siempre consuelo un poco.