Este pasado sábado 25 de enero media España vio la Gala de los Goya. Al mismo tiempo visualizó una capital, la malagueña, de glamour, de alfombra roja, pasarelas y photocall, de actores y actrices, músicos, críticos de cine, autoridades políticas, influencers, vestidos de los mejores diseñadores y muchísimo flash y objetivos fotográficos. Málaga se promocionó por la Gala y la ciudad fue percibida como una capital de la cultura y de la atracción de eventos.

Organizar la Gala de los Goya en Málaga tuvo un coste para las arcas municipales de 1,4 millones de euros. Esta cantidad se desprende del canon de 605.000 euros que el Consistorio abonó a la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de España como contrato de patrocinio del evento. El resto hasta los 1,4 millones se deriva de los costes recogidos en el contrato de “colaboración accesoria” que implicaba la adecuación del Palacio de Deportes Martín Carpena. Esta adaptación incluía la de construir la inmensa tarima, el backstage, 450 butacas en la pista, el suelo, escaleras y accesos, moqueta de feria, photocall, dos carpas, salas de prensa, camerinos, salas para patrocinadores y los trabajos para eliminar la imagen de estar en un polideportivo , en la medida de lo posible, de la sensación de polideportivo. También se asumió el coste y organización del cóctel que se organizó tras la finalización de la gala a la que acudieron tres mil personas.

Un coste inmenso y una inversión de altura para una promoción de la ciudad de gran dimensión, nadie lo duda y nadie dice que una campaña como esta sea barata. Hasta ahí de acuerdo.

No es oro todo lo que reluce

Pero frente a esa ciudad de lujo y capaz de albergar este evento, quizás por superar a Sevilla enmarcado dentro de una histórica rivalidad, hay voces que han aprovechado la retransmisión de la Gala de los Goya que en Málaga no es oro todo lo que reluce ni es glamour todo lo que alberga la capital de la Costa del Sol.

Frente a esa realidad de los Goya, el Picasso, el Thyssen, el Museo Ruso y la gran Feria del Sur de Europa más el enorme desfile de la Legión semanasantero, existe otra, dura y muy cruel, más aún que el barrio de La Palma Palmilla (que ya es decir) y esa fotografía en blanco y negro se llama Los Asperones.

Su morfología habitacional es de casas prefabricadas en su inmensa mayoría, seis de cada diez, el resto son chabolas. En unas 180 casas viven (o malviven) unas mil personas, en su mayoría de raza gitana. El skyline de los Asperones no es el Puerto de Málaga. Tampoco las playas de El Palo o La Malagueta. Linda con el vertedero municipal y la perrera. No hay tiendas ni chiringuitos. No existen supermercados ni calles peatonales. Por no haber no hay ni luz ni alcantarillado y el transporte urbano presenta muchísimas carencias de transporte urbano deficiente.​ Aunque no guste esta denominación a muchos de los malagueños, hay que llamar a las cosas por su nombre y este es el de un gueto con más alto índice de marginación de Málaga.

Con este panorama es fácil entender que sus habitantes, la mayoría desempleados, sufran problemas enormes de integración social y que la droga y su consumo sea algo “normal” con lo que se convive. El alto grado de paternidad infantil es un dato más que agrava la situación y la perpetua.

Historia

La barriada se erigió para albergar transitoriamente a personas que provenía de zonas de chabolas en 1987 y a afectados por las inundaciones.

Los planes que desde 2007 se acordaron a dos bandas, Gobierno regional y Ayuntamiento, no han cuajado y la situación de barrio de exclusión se dilata y prolonga. Rodeado de otros núcleos, alejado de la capital y muy mal comunicado se configura como una zona aislada de la que la gente no sale y a la que la gente no quiere ir. Málaga y Los Asperones son realidades paralelas y opuestas.
Lo de la pésima comunicación es complejo de entender pues no hay parada de metro aunque las vías pasan por ahí.
Los datos de empleo son de más del 70% de la población en paro. Viven de ayudas sociales, pensiones y trabajos primarios.

ASPERONES

Ignorancia recíproca entre las dos Málagas

Existe un problema que los trabajadores sociales califican como “exclusión de conocimientos”, es decir, los vecinos de Asperones desconocen la otra Málaga y, recíprocamente, el resto de Málaga tampoco conoce este gueto de conciudadanos de segunda. Ignoran como es la otra Málaga, la del centro, la de los chiringuitos, las de los museos… Picasso bien podría ser un jugador de fútbol para estos vecinos. A la capital solo se desplazan para ir a los centros de salud, a comprar o la oficina de empleo, nada más, ninguna otra forma de participación social y ni mucho menos cultural.

Y lo que condena a perpetuidad a los residentes de Asperones y las futuras generaciones es la Educación ya que más del 70 por ciento de sus adultos son analfabetos y cerca del 95% de la población deja las aulas el sistema a los 16 años. En el barrio hay solo un centro educativo.

Como las casas se construyeron para un escenario transitorio en 1987 sus condiciones son deplorables por no decir tercermundistas e higiénicamente nefastas.

Recientemente en una entrevista de La Sexta al alcalde, el popular Francisco de la Torre, el propio regidor reconocía que la situación de los Asperones "era de infravivienda, muy marginal y no es sostenible" y echaba balones -aunque ya lleve en el ayuntamiento casi un cuarto de siglo- afirmando que el compromiso de integrar a las personas que viven en la zona es "autonómico".

Se creó un grupo de investigación de la Universidad de Málaga, Resiliencia, Inclusión y Educación (Riedu) que hace dos años elaboró un estudio sobre la situación social de los habitantes de los Asperones. El director de este trabajo llegó a afirmar: “No hay nada en España como Asperones… es como estar en África, en las zonas Latinoamericanas más empobrecidas, colegas de universidades de fuera nos dicen que es increíble que exista esto. Cómo puede darse una situación tan extrema y dolorosa”.

Y la película ganadora de los Goya fue…“Dolor (de los Asperones) y Gloria (de la otra Málaga)… una “trinchera infinita” del Tercer Mundo en la capital de la Costa del Sol en pleno siglo XXI.