En todos los partidos, presidente es más que portavoz. ¿En todos? En todos salvo en Vox, donde el presidente del grupo parlamentario y candidato a presidente de la Junta, Francisco Serrano, fue públicamente desautorizado y abroncado ayer por Alejandro Hernández, portavoz del grupo y situado un escalón por debajo en la escala jerárquica del partido ultra.

Las brutales opiniones vertidas por Serrano en las redes sociales contra la sentencia del Supremo que condenó a los violadores de ‘la Manada’ desataron las iras de la dirección del partido. Tras una primera advertencia, la inconsistente y poco clarificadora rectificación por Serrano de sus exabruptos iniciales debió de irritar aún más a la formación, que ayer le mostró la puerta de salida a quien fuera uno de sus fichajes de relumbrón.

Más fuera que dentro

Serrano tiene prácticamente un pie fuera del partido. Su situación es insostenible después de estas palabras de ayer de Alejandro Hernández: “No nos satisface lo que se ha comunicado por parte de nuestro compañero. Si sigue reiterándose en su posición y en su crítica hacia la famosa resolución, esta actuación reiterativa no puede entenderse sino como un desafío”.

Serrano sigue en el partido, pero en realidad ya ha empezado a irse. Lo hizo ayer tomándose una baja por un tiempo no inferior a 30 días por motivos de salud relacionados con la ansiedad que le habría provocado el “linchamiento” sufrido en las redes sociales y en la prensa por sus declaraciones contrarias a la sentencia del Supremo.

La baja médica

No ha sido esta, sin embargo, la primera vez que el juez ha sido objeto de durísimos ataques en las redes sociales; más bien cabría decir que está acostumbrado a ellos. Sí era la primera vez, en cambio, que era desautorizado sin paños calientes por su partido.

Sin poner en duda el ánimo decaído del diputado en estos difíciles momentos para alguien recién llegado a un oficio tan duro como la política, es bien conocido que las ‘bajas por depresión’ son en bastantes ocasiones, sobre todo en la función pública, el coladero de un absentismo laboral que los médicos no siempre están en disposición de detectar.

No tiene por qué ser irregular, pero sí es signiticativo que, pese a no haber mostrado síntoma alguno de inquietud o ansiedad al comparecer ante los medios en plena vorágine por la polémica de la sentencia, a Serrano le hayan otorgado una baja médica de nada menos que un mes como mínimo.

La baja parlamentaria

Por lo demás, Serrano está fuera de la primera línea de la política desde el 6 de febrero, cuando cedió la portavocía a Hernández y se reasignaron tareas entre los diputados.

Un mes antes, el 11 de enero, el diputado había solicitado por escrito a la Comisión del Diputado la compatibilidad de su empleo como parlamentario con la actividad privada –“sin percepción de retribución dineraria"– en su bufete especializado en asuntos civiles y de familia, coincidentes en gran medida con aquellos en los que el juez acostumbra a hacer sus intervenciones públicas más mediáticas.

El Parlamento autorizó la compatibilidad, aunque no sin severos reproches de diputados como el entonces líder de IU, Antonio Maíllo, para quien la ley electoral andaluza tiene “un agujero porque permite el uso de cargos públicos como propaganda de actividades profesionales privadas”.

En esa fecha de febrero, el todavía presidente se dio de baja de la Comisión de Salud y Familias y de la Junta de Portavoces; sigue figurando como miembro de la Comisión de Educación, donde intervino por última vez el 18 de junio, y de la Comisión de Igualdad, donde consta que su última intervención fue el 24 de abril. Su última nómina reflejada en la web del Parlamento es la de mayo, cuando percibió 4.273 euros brutos (3.012 netos).