Contra lo que suele ser habitual, el consejero de Economía y Conocimiento Antonio Ramírez de Arellano quiso ponerle nombre a su conferencia pronunciada ayer en Sevilla,  en el marco del Fórum Europa. La tituló 'El discurso económico en el debate territorial' y en ella intentó, seguramente en vano, rectificar el orden de prioridades del debate nacional: hablemos, propuso el consejero, “de qué vamos a vivir, y luego trabajemos sobre cómo vamos a convivir", pues “la pregunta económica es previa a la pregunta jurídica”.

Ante una selecta audiencia de agentes económicos y políticos y con el hotel de lujo Alfonso XIII como paradójico escenario de sus reflexiones socialdemócratas, el consejero puso cifras y aportó argumentos –ciertamente ideológicos pero no especialmente partidistas– para sostener la tesis general de que la brecha Norte-Sur sigue ahí y quienes tienen capacidad política y financiera para reducirla no lo están haciendo.

¿Y por qué esa desatención a tan grave asunto? En no poca medida porque palabras como “lealtad, generosidad, liderazgo o consenso” parecen haber desaparecido del vocabulario político nacional, según lamentó en su presentación del conferenciante el también profesor de la Hispalense Fernando Álvarez-Osorio.

Preguntas de antaño

Intentaba en su bien armado discurso el consejero y exrector de la Universidad de Sevilla convencer a su audiencia de que lo fundamental en estos tiempos es “plantearnos nuevas preguntas”, cuya respuesta necesariamente habrá de ser colectiva y dentro de esa colectividad Andalucía “debe ser protagonista”. De tal entramado de preguntas y respuestas debería salir de una vez por todas ese “Proyecto de País de las próximas décadas” que tanta gente demanda aun sin ser del todo consciente de que lo demanda.

El precedente sugerido Arellano como inspiración –pero también como método– para llegar a esas respuestas son los Pactos de la Moncloa, a los que el consejero otorgó el estatuto de genuinos “acuerdos constituyentes" de nuestro país, y ello no a pesar sino más bien gracias a que “se plantearon y se respondieron como ‘preguntas económicas’. No sin un punto involuntaria melancolía, el titular de Economía se preguntaba a continuación: ¿Han escuchado a alguien hablar de estas cuestiones hoy? ¿Está el futuro económico de nuestro país, su riqueza global, su distribución personal y territorial, fuera del ámbito de las decisiones políticas que hay que tomar en el debate territorial y constitucional?”.

En su opinión se trata de un debate crucial para todos pero singularmente para Andalucía, que debe intentar traerlo a primer término y, de paso, evidenciar que “a las regiones más ricas de España no les adorna ninguna virtud, ni a las menos ricas ningún vicio atávico. Todo es resultado de decisiones políticas. Cualquier balanza interregional es por tanto inherentemente injusta y no representativa”.

Vicios y virtudes

Arellano combatió esa interesada metafísica de los vicios y las virtudes territoriales las armas de la estadística: “Una reciente nota de la Secretaría General de Economía de nuestra consejería recordaba que, con datos de 2013, en Andalucía el stock de capital en infraestructuras físicas per cápita es sólo el 74% de la media de España. Se pone de manifiesto de nuevo, una correlación preocupante entre el PIB per cápita y las inversiones que nos dejan en la cola. La realidad es que entre las regiones más pobladas, Cataluña es la más beneficiada, junto con Madrid”.

Puesto que, al igual que los vicios y virtudes, la brecha Norte-Sur es “resultado de decisiones políticas”, no olvidó el consejero reiterarle al Gobierno el mensaje tantas veces –y con tan poco éxito– esgrimido por la Junta de Andalucía: “En los últimos años, el Gobierno de España, simplemente sustituye sus propias inversiones por Fondos Europeos, lo que supone que se bloquee el efecto estructural para la convergencia de los mismos”.

¿Tienen los sucesivos gobiernos autonómicos socialistas la culpa de que Andalucía no haya acortado distancias? Ramírez de Arellano elogia el hecho de que “España es un caso de estudio en positivo de crecimiento económico en las últimas cuatro décadas”, pero admite sin paños calientes que “no se han disminuido las distancias entre las comunidades más ricas y menos ricas”. Ahora bien, piensa que tal fracaso se ha producido “con independencia del color político de los gobiernos” autonómicos.

Atlas de geografía

¿Y quién sería entonces el culpable? La geografía, responde con algunas cautelas el consejero: la geografía en tanto en cuanto su peso secular y su densidad histórica no han sido debidamente contrarrestados por planes económicos que miraran al sur.

Arellano explicó de esta manera su hipótesis geográfica:Seguro que los asistentes han visto en los medios de comunicación en más de una ocasión mapas de nuestro país en los que, con diferentes colores, se representa el paro. Aunque lo habitual es hacerlo por regiones, más significativo es hacerlo por provincias, que son ámbitos más homogéneo para comparar. Estamos acostumbrados –prosiguió– a que el ‘color’ del problema empeore hacia el sur. Se nos recuerda constantemente, y se liga a los gobiernos presididos por el PSOE que tiene Andalucía desde hace más de 30 años, por voluntad de los andaluces... pero se ignora que también empeora el color hacia el noroeste, o hacia el sureste, donde han gobernado y gobiernan otros. De hecho, se puede demostrar que existe una correlación lineal bastante buena entre el desempleo y la distancia de la provincia a la frontera de Francia. Hagan la representación gráfica, y lo verán (…) Es un asunto estructural relevante”.

Viendo los barcos pasar

Tras enfatizar que las exportaciones han sido “la fuerza tractora” de la recuperación andaluza –28.000 millones de euros y 1.400 de superávit de enero a noviembre de 2017– y que ello demuestra que empresas y trabajadores han sabido responder a la devastadora devaluación interna “vendiendo fuera”, el titular del departamento de Economía y Conocimiento aludió como de pasada al dato de que por el Estrecho de Gibraltar pasan 100.000 barcos cada año. ‘Pasan pero es como si no pasaran’, vino a decir sin decirlo.

Para que además de pasar, la economía andaluza note que pasan haría falta, por ejemplo, tener una estrategia marítima, que “increíblemente España no tiene”, como harían falta inversiones en infraestructuras y en  I+D+i suficientes y, en definitiva, “un plan en el que la economía española también mire hace el sur”, algo que, se mire con el cristal político que se mire, “excede a las competencias de los gobiernos regionales” e incluso a las de la propia “clase política”.

¿Y por qué los excede tanto a todos? Pues porque se trata de “un debate de país”. De uno de esos debates de país que este país no tiene desde hace 40 años, cuando se firmaron los Pactos de la Moncloa aunque todavía no hubiera nueva Constitución: cuando el país, en fin, decidió anteponer la pregunta económica a la pregunta jurídica y la cuestión de qué vamos a vivir a la cuestión de cómo vamos a convivir.