El nombre de quien este sábado será anfitrión de Pedro Sánchez en su ‘precampaña de preprimarias’ y el principal de sus apoyos en Andalucía despierta sentimientos encontrados entre los socialistas andaluces.

Por un lado, todos reconocen el mérito de Francisco Toscano de haber ganado ininterrumpidamente elecciones en Dos Hermanas (Sevilla, 130.000 habitantes) desde hace más de tres décadas, pero por otro muchos no olvidan que entre noviembre de 2012 y noviembre de 2015 la presidencia de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP) pasó de manos socialistas a manos del PP merced a una maniobra de Toscano, que había presidido la institución desde 2007 hasta su dimisión.

Sin perdón

El regidor llevó el agrio enfrentamiento que desde 2010 mantenía con la dirección socialista andaluza a un extremo que sus compañeros socialistas nunca habrían de perdonarle: ante la decisión del partido de relevarlo, de acuerdo con IU y PA, como presidente de la FAMP para sustituirlo por Fernando Rodríguez Villalobos, Toscano dimitió sorpresivamente, ello paralizó el proceso reglamentario de relevo y convirtió automáticamente en presidenta a la hasta entonces vicepresidenta Ángeles Muñoz, alcaldesa de Marbella.

‘Kiko’ Toscano es desde entonces la ‘bestia negra’ del PSOE andaluz, un partido que perdona mal lo que siempre interpretaron como una deslealtad en toda regla. Toscano siempre ha defendido que se limitó a poner los intereses municipalistas de la institución por encima de los intereses de partido.

Tamayo bis

Hasta tal punto irritó a San Vicente la decisión de Toscano que el entonces vicesecretario y hoy portavoz de la Gestora, Mario Jiménez, no dudó en comparar al regidor nazareno nada menos que con Eduardo Tamayo, el diputado de la Asamblea de Madrid cuya traición en 2003 arrebataría al PSOE la Presidencia de la Comunidad.

El número dos del PSOE andaluz comentó entonces que Toscano le había “entregado al PP la FAMP de manera intencionada, y eso no es gratuito". El PSOE de Marbella llegó a hablar de “secuestro” de la institución por parte del PP merced a la 'traición' de Toscano.

Cierta sobreactuación

Como esos futbolistas que ruedan aparatosamente por el césped tras ser zancadilleados por un contrario, Jiménez se excedió sin duda al comparar una institución del alcance y la visibilidad política de la Asamblea de Madrid con un organismo bastante gris y meramente representativo como la FAMP, pero la propia comparación indica hasta dónde llegaba un enfrentamiento que ya no tuvo vuelta atrás y cuyo último episodio sería el alineamiento de Toscano con el gran adversario interno de Susana Díaz.

De hecho, en la federación del sur interpretan que el apoyo de Toscano a Pedro Sánchez tiene mucho más que ver con su enfrentamiento con la dirección andaluza, que Susana Díaz heredó de su antecesor José Antonio Griñán, con una fe genuinamente pedrista.

Historia de un desencuentro

El contexto orgánico de la falla abierta siete años atrás entre el PSOE y quien había sido uno de sus alcaldes más emblemáticos era la profunda crisis abierta en el partido entre Manuel Chaves y José Antonio Griñán tras incorporarse el primero al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y ‘dejar’ al segundo como presidente de la junta.

Y es que el distanciamiento entre Toscano y el PSOE-A data nada menos que de enero de 2010. En realidad, de un poco antes: de octubre de 2009. Ya en aquella fecha Toscano mostró su disconformidad con el contenido de las leyes de Autonomía Local y de Participación de los Entes Locales en los tributos de la Comunidad que promovía el Gobierno andaluz de José Antonio Griñán.

Toque de corneta

El alcalde de Dos Hermanas consideraba claramente insuficientes los 200 millones previstos por la ley para 2010 en fondos de libre disposición para 771 ayuntamientos y rechazaba el plazo de 2014 marcado para alcanzar el tope de 600 millones.

En principio, Toscano no estaba solo en sus críticas. El 19 de enero de 2010, la ejecutiva de la FAMP se pronunciaba críticamente sobre las leyes que tramitaba el Gobierno andaluz, por considerar insuficientes tanto las competencias como los recursos que debía ceder la Administración autonómica a los ayuntamientos.

La reacción del PSOE fue fulminante. Solo 24 horas después, 16 de los 17 alcaldes socialistas presentes en la ejecutiva de la FAMP cambiaban de opinión pasando a apoyar las leyes que antes había reprobado. El alcalde díscolo fue Toscano, que se negó a seguir las órdenes del partido; aunque reconoció que las leyes eran positivas, las consideraba insuficientes y por eso no se sumaba al “toque de corneta” de San Vicente. La ruptura se había consumado.