Domingo, 4.53.- Brutal chaparrón. Bajo al jardín (nada, nada, un terrón con grama, los ricos de esta Andalucía dicen “tener un campo”, como si les diera apuro). Pocas cosas me gustan más que ver/oír la lluvia. Y se oía la vida a borbotones.

Domingo, 10.45.- Repaso con mascarilla las portadas. Puf, mejor, sin desayunar. Un periódico salmón asegura que el turismo en España va a ser el gran perjudicado de la pandemia, en fin, esta cosa idiota que tienen los economistas de solemnizar obviedades. Otro sigue con su producción intensiva de odio. Homenaje a Stendhal: un periodiquillo del tamaño de una mano impreso en sucio papel…

Domingo, 11.05.- Grande mi editor: algunas mañanas tiene el detalle de remitir una nota de agradable color, puntuando aquí una metáfora, allá una coda antológica, en fin, que me deja el regocijo resuelto para el resto del día. Le remití una cita de Samuel Johnson: ningún hombre, a menos que sea un perfecto idiota, querría escribir nunca nada salvo que se le pague por ello. Siguen las notas afectuosas. Seguramente no me he explicado bien.

Domingo, 12.11.-Vargas Llosa se declara a favor de Muñoz Molina e inevitablemente en contra de Javier Cercas en la “guerra de Galdós”. Guau, por fin, brillos de navajas de vanidad. Estas guerras sí que me ponen. Yo soy más de Muñoz: por paisanaje, por la redacción que compartimos, casi de niños, por el pregón que le robé en aquella feria del libro. Dice Vargas Llosa que le costó la misma vida leer a Proust y que le daba vergüenza reconocerlo... Qué liberación, por fin puedo decirlo: gran coñazo Malcolm Lowry. Y algunas cositas de Cercas, ya puestas.

Domingo, 13.21.- La pandemia es una infodemia, atropella su propio libro de estilo el periódico de Cebrián, que siempre está ahí, al celoso vigilar de los directores que va cesando, como Aznar con Casado. Como a Felipe le gustaría con Sánchez. Dice el Gobierno que más de un millar de bulos circulan por las cloacas de las redes. No será verdad.

Domingo, 14.14.- Iba para el aperitivo cuando toco una tecla sin querer y, joder, se me aparece García, con lo bien que iba el domingo. Pasa, anda bonica pasa, me dice mi altocargo. Pero me puede el morbazo de comprobar si aún se le siguen oyendo las faltas de ortografía. Hace un siglo nos las tuvimos: él en la radio, yo en los papeles. Me quedé a gustito con el parte de guerra: le llamé bajito, cité a varios dictadores de uso común, le di fuerte y flojo en toda el habla que destrozaba con su periodismo de mercadillo. Ahora es un vídeo “de opinión”. Nada nuevo: muy viejo García, muy viejo el lenguaje, cargado de misma fiebre fascistoide, reclamando políticos “cultos y técnicos”, seguramente traído de Félix de Azúa, aterrizando el jumbo informativo en el marcador de los muertos. García, dial del amarillismo más deleznable, mira por dónde, no ha sido otra cosa que un bulo de su mismidad.

 Domingo, 14, 27.- Mi altocargo me pone una cerveza con mejillones y me regala una cita de Anatole France: hay épocas en las que conviene racionar el desprecio, porque existe un buen número de necesitados. Comimos en paz.