Mientras la mayoría de los ayuntamientos intentan mejorar sus servicios públicos, el del Benalmádena, con su alcalde caprichoso a la cabeza, se esmera en el arte decorativo sin autor y con tinte digital y el costoso rediseño de uniformes en tonos naranja. El alcalde, el popular Juan Antonio Lara, famoso por comprar banderas para luego firmarlas como autógrafo para colectivos, parece haber apostado por una política municipal basada en la estética, aunque como en el caso de ahora, no se trate precisamente en la autóctona y local de Benalmádena.
Escultura prefabricada y sin autor
La última polémica gira en torno a una escultura instalada en la rotonda Obispo Herrera Oria, una importante vía en Arroyo de la Miel. Se trata de una figura de un niño leyendo que, lejos de levantar pasiones, ha encendido las críticas de propios y extraños ¿El motivo? La obra no tiene autor conocido y, según la oposición socialista encabezada por el anterior alcalde, Víctor Navas, “puede comprarse en Amazon”. No es una metáfora, ya que literalmente se trata de una figura prefabricada, sin firma, sin alma artística, que podría llegar a domicilio con Amazon Prime.
Según el alcalde Lara, las razones para erigir esta estatua es porque significa un homenaje al papel y su papel (valga el juego de palabras) en la historia de Benalmádena. Sin embargo, la oposición desmonta esa versión con datos reales y documentados: “En Arroyo de la Miel nunca se fabricó papel. Lo que había en el siglo XVII era producción de pasta de papel que luego se enviaba a Macharaviaya (localidad de la comarca malagueña de la Axarquía), donde se hacían los naipes de Félix Solesio, auténtico fundador del núcleo”. Una historia que, al parecer, ha sido reciclada, adaptada y promovida sin rigor histórico por el equipo de Gobierno para justificar una pieza de decoración urbana.
Operarios municipales del amarillo al naranja
Pero la escultura no ha sido el único frente abierto. A la rotonda de la discordia se suman otros movimientos que la oposición califica de “antojos estéticos” del alcalde. El rediseño de la imagen corporativa del Ayuntamiento ha supuesto un desembolso de medio millón de euros. Solo el cambio de uniformes de los operarios municipales, que han pasado del tradicional amarillo al naranja corporativo, habría costado 200.000 euros. Una decisión que, según Víctor Navas, responde más al ego de Lara que a una necesidad real: “Se ha impuesto el color naranja para adaptar toda la imagen pública a su marca personal”.
La ciudad de los caprichos
Y la lista de gastos que los socialistas califican de “superfluos” continúa sumando más de 160.000 euros en flores y macetas de plástico, 50.000 en banderas (los famosos souvenirs institucionales), 5.000 euros en catering, 6.000 en comidas, 11.788 euros para tapizar sillas, 6.000 en abanicos azules y hasta una cafetera de 500 euros para Alcaldía. Como guinda, añadamos facturas por informes técnicos con errores ortográficos y apenas medio folio de extensión. "Esta es la ciudad que nos quiere vender el señor Lara, la del césped artificial, flores de plástico y muñecos de Amazon", ha resumido Isabel Ruiz, secretaria de Organización socialista, en una crítica que mezcla ironía con indignación.
De momento, el Ayuntamiento no ha respondido públicamente ni a las críticas sobre la estatua ni a la polémica del gasto en imagen institucional. Mientras tanto, en Benalmádena, los vecinos siguen viendo cómo se multiplican las banderas, cambian los colores de los uniformes y las rotondas se llenan de figuras que, al parecer, comparten proveedor con muchos jardines particulares… todo “tirando” del presupuesto municipal ¡claro!