Es una operación de alto riesgo porque sus posibles perjuicios parecen más evidentes y podrían tener mayor alcance que sus virtuales ventajas. No en vano, la militancia socialista lleva bastante mal que su partido se plantee pactar con la derecha en cuestiones que no sean estrictamente de Estado.

Y ni siquiera en tal caso hay unanimidad en las bases: baste recordar la profunda división que provocó en el partido su abstención en 2016 para facilitar el Gobierno de Mariano Rajoy, y ello a pesar de que el ‘no es no’ que defendía Pedro Sánchez abocaba a unas terceras elecciones que habrían sido letales para el PSOE.

Las razones de Espadas

¿Los Presupuestos autonómicos de 2022 son un ‘asunto de Estado’? El secretario general socialista Juan Espadas sostiene que sí: tras haber dejado atrás la pandemia, la comunidad se halla ante una encrucijada trascendental de la que solo puede salir bien parada si es capaz, vía consenso, de aprovechar con inteligencia las millonarias partidas europeas conocidas como fondos Next Generation, el mayor estímulo jamás financiado en Europa.

En su comparecencia el pasado viernes ante los medios, tras su reunión con el presidente Juan Manuel Moreno en el palacio de San Telmo, Espadas resumía así las razones de su giro copernicano en las estrategias socialistas de las últimas décadas: “Estamos en un momento histórico en el que empezamos a salir de una pandemia brutal y contamos una financiación europea que no hemos tenido nunca. Entre que haya o no Presupuesto hablamos de uno o dos puntos de caída del PIB. ¿Quién no se sentaría a intentar un acuerdo? Quiero salir de la lógica del enfrentamiento PP-PSOE”.

Su diagnóstico de los perjuicios que ocasionaría una prórroga presupuestaria no coincide del todo, sin embargo, con el que realiza no ya el vicepresidente de la Junta Juan Marín, a fin de cuentas partes interesada, sino algunos parlamentarios del PSOE.

Un debate embarazoso

Un alto exdirigente socialista que mantiene buena relación con Espadas admitía en conversación con El Plural que la estrategia de distensión con la derecha impulsada desde San Vicente no está exenta de riesgos: “Creo que esta opción de Juan, para ser rentable política y electoralmente, exige una impronta socialista muy fuerte en los pactos y que permita venderlo; en otro caso, creo que el  PP será el beneficiario”.

Para este interlocutor, “Juan, que dice buscar una gran alianza más allá del pacto presupuestario, quiere alargar la legislatura, pero no creo que a Moreno le interese ir más allá del próximo verano”. Además, añadía, “en la competencia por quién es más moderado y dialogante, al menos hasta ahora el espacio lo ocupa Moreno. Juan, por muy moderado que sea, tiene dificultad para competir en ese terreno”.

Mucho más severo se muestra el exdiputado y excandidato en las últimas primarias socialistas Luis Ángel Hierro. En un tuit publicado esta mañana en su cuenta oficial, el catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla se mostraba contundente: “Por tacticismo cortoplacista podemos cometer un error estratégico trágico. Me reitero en el ‘No es no’ que llevó a Pedro Sánchez a la Moncloa y creo que un acuerdo PSOE-PP debe ser sometido a consulta de la militancia”.

Casi recién salido de una 'guerra civil' de dejó al partido exhausto, no es probable que muchos militantes secunden la propuesta de consulta lanzada por Hierro: además de que su mera convocatoria abriría en la organización un debate embarazoso, el resultado de la propia consulta estaría muy lejos de ser abrumadoramente favorable a Espadas.

Muchas preguntas, pocas respuestas

En todo caso, la inquietud que ha provocado la apuesta del secretario general es indiscutible. Las preguntas que suscita no tienen fácil respuesta: ¿no será Moreno el gran beneficiado, como suele suceder con todos los presidentes que llegan a ‘pactos de Estado’ con la oposición? Dado que el acuerdo con los socialistas lo alejaría de Vox, ¿no vería el presidente reforzado su perfil centrista y moderado? ¿Qué elementos inequívocamente socialistas contendrán las cuentas de 2022 para que el pacto fuera aceptado por votantes y militantes?

¿Le quedaría margen al PSOE para seguir haciendo oposición en lo que reste de legislatura? ¿Esta se alargaría hasta finales de año, como desea Espadas para así tener tiempo de ampliar su popularidad y afianzar su liderazgo y, de paso, echar una mano a Pedro Sánchez, a quien no le interesa un adelanto electoral en Andalucía que podría dar una victoria a Moreno y nuevas alas al PP de Casado? ¿Su apuesta por la moderación le permitirá al PSOE meter la mano en la suculenta bolsa de 660.000 votos que Cs obtuvo en las autonómicas de 2018?

En rigor, nadie tiene respuesta a estas y otras preguntas. Espadas está explorando un territorio político desconocido no ya en Andalucía sino en España, donde la expresión ‘grosse koalition’ –proveniente del lenguaje político alemán para designar los pactos de los dos grandes partidos– levanta fuertes recelos.

Para Moreno y el PP, la principal contraindicación de la oferta de Espadas consistiría en rechazarla para echarse en manos de Vox, pero todo indica que dirección nacional de la ultraderecha ya ha ordenado a su delegación en Andalucía que rompa amarras con la ‘derechita cobarde’ que gobierna en la comunidad. Si no hay acuerdo con el PSOE, no habrá nuevos Prespuestos.