Más de 3,27 millones de andaluces han recibido consejo sanitario para dejar de fumar y cerca de 250.000 han hecho uso de los recursos existentes en Andalucía para conseguirlo desde 2006. Ayudar a las personas fumadoras que lo deseen a dejar de serlo, prevenir la adquisición de este hábito desde edades tempranas y reducir el consumo de tabaco entre las profesiones consideradas modélicas (educadores y sanitarios) y colectivos donde la incidencia del tabaquismo es más elevada (personas privadas de libertad, enfermos mentales y embarazadas), son las áreas en las que trabaja el Plan Integral de Tabaquismo de Andalucía, a través de la puesta en marcha de recursos y la elaboración de estudios para abordar cada situación con una metodología específica y adaptada a sus características concretas.

Dos líneas estratégicas del plan integral
De hecho, poner a disposición de los andaluces un amplio abanico de recursos para dejar este hábito, así como desarrollar medidas que contribuyan a evitar la adquisición del mismo, son dos de las líneas estratégicas del plan integral, activo en Andalucía desde 2005. El tabaquismo sigue siendo la causa más importante de morbimortalidad evitable de los países desarrollados. De hecho, un tercio de las muertes por cáncer y un 31% de los trastornos cardiovasculares en hombres y un 7% en mujeres son atribuibles al tabaco.

Segunda en mayor prevalencia de fumadores diarios
Andalucía es la segunda comunidad autónoma con mayor prevalencia de fumadores diarios (por detrás de la Comunidad Valenciana), con un 30,9%. En cuanto a los indicadores de consumo, destaca un retraso de casi dos años en el inicio del hábito (17,9 años en hombres y 19,4 años en mujeres), situándose el pico máximo de prevalencia entre los 25 y los 54 años.

Feminización del hábito
No obstante, de la misma forma que en los últimos años se ha detectado una reducción del número de fumadores diarios entre hombres (pasando del 39,5% en 2003 al 39,4% en 2007 y al 36,77% en 2011), en el caso de las mujeres se ha observado un crecimiento de la prevalencia (23,1% en 2003 y 2007 y un 25,20% en 2011), lo que supone una feminización del hábito.