Cuesta comprender que los promotores de la defenestración de Sánchez y la entronización de Rajoy como presidente no hayan evaluado los catastróficos efectos secundarios sobre los militantes, los votantes y el futuro inmediato del propio PSOE. Su sorprendente hoja de ruta es la siguiente.

En la Comisión Gestora (donde solo hay tres partidarios del NO) el pulso se mantiene y han decidido no decidir sino que sea el Comité Federal que decida, que ya es una manera de decidir. Su plan es resistir las presiones de la militancia y – tras la investidura - alargar al máximo la convocatoria del Congreso extraordinario en uno o dos años, plazo que consideran suficiente para restañar heridas y, desde la oposición, preparar un nuevo líder para las elecciones de 2020. Tras su aspecto de bonhomía, el presidente de la Gestora seguiría discretamente esos pasos establecidos en el plan de los provocadores de la crisis interna. No está en sus planes consulta alguna a la militancia.

En el Comité Federal ya han sacado las cuentas: tienen holgada mayoría para lograr un voto que patrocine la abstención ¿Cómo es posible que un ente de 300 dirigentes decida algo que levanta la ira de la mayoría de militantes? Muy sencillo. Prácticamente todos sus componentes ostentan cargos institucionales: diputados, senadores, diputados regionales y dirigentes en las 7 autonomías gobernadas por socialistas así como en los ayuntamientos. Todos han sido presionados por los barones de la abstención, con Susana Diez a la cabeza, desde su influencia en la confección de las listas electorales. Quien se alinee con el NO que se despida de figurar en cualquier lista electoral. Solo de ese modo es comprensible que casi dos tercios de los 85 diputados esté dispuesto a la abstención. Hay que vivir.

Es el divorcio definitivo entre los cargos del PSOE y la militancia. Un hecho sin precedentes con amenaza de autodestrucción. El veneno mortal inoculado por los provocadores de la crisis solo tiene un antídoto: el poder de la militancia que, dando por hecho, que la abstención hundirá el partido, exija, se movilice y logre que antes de final de año se celebre un congreso extraordinario con primarias abiertas a todos los militantes. En ese caso se sabe que el enfermo seguiría bajo mínimos, pero se habría evitado la muerte y habría algunas expectativas de sanación.